Fundar 34 Resultados para: sala

  • El rey estaba sentado en la sala de invierno -era entonces el noveno mes- y había ante él un brasero encendido. (Jeremías 36, 22)

  • La reina, enterada de las palabras del rey y de sus dignatarios, entró en la sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: "¡Viva el rey eternamente! Que tus pensamientos no te llenen de espanto y no cambies de color. (Daniel 5, 10)

  • Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. (Mateo 22, 10)

  • Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. (Mateo 25, 10)

  • Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. (Marcos 12, 41)

  • y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: "¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?". (Marcos 14, 14)

  • y digan a su dueño: El Maestro manda preguntarte: "¿Dónde está la sala en que podré comer la Pascua con mis discípulos?". (Lucas 22, 11)

  • Él pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora. (Juan 8, 20)

  • Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. (Hechos 1, 13)

  • Al día siguiente, Agripa y Berenice llegaron con gran pompa y entraron en la sala de audiencias, rodeados de los tribunos y de los hombres más importantes de la ciudad. A una orden de Festo, trajeron a Pablo. (Hechos 25, 23)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina