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  • Luego subió a la cama, se acostó sobre el niño y puso su boca, sus ojos y sus manos sobre la boca, los ojos y las manos del niño; permaneció recostado sobre él y la carne del niño entró en calor. (II Reyes 4, 34)

  • Después fijó la mirada y permaneció así largo rato. Y el hombre de Dios lloró. (II Reyes 8, 11)

  • Toda la gente del país se alegró y la ciudad permaneció en calma. A Atalía la habían pasado al filo de la espada en la casa del rey. (II Reyes 11, 20)

  • Pero no se apartaron de los pecados con que Jeroboám había hecho pecar a Israel: persistieron en ellos, y aún el poste sagrado permaneció erigido en Samaría. (II Reyes 13, 6)

  • El Arca de Dios permaneció tres meses en la casa de Obededóm. Y el Señor bendijo la casa de Obededóm y todos sus bienes. (I Crónicas 13, 14)

  • Toda la gente del país se alegró y la ciudad permaneció en calma. A Atalía la habían pasado al filo de la espada. (II Crónicas 23, 21)

  • Toda la asamblea permaneció postrada, mientras se cantaban los himnos y resonaban las trompetas, hasta que terminó el holocausto. (II Crónicas 29, 28)

  • Acampó entre Gueba y Escitópolis y permaneció allí un mes, a fin de reunir todos los efectivos de su ejército. (Judit 3, 10)

  • Y él ordenó a sus guardias personales que no se lo impidieran. Así permaneció Judit tres días en el campamento; cada noche salía al valle de Betulia y se bañaba en la fuente que estaba en el campamento. (Judit 12, 7)

  • El terror y el pánico se apoderaron de ellos, y ni un solo hombre permaneció al lado de su compañero; todos se desbandaron, escapando apresuradamente por todos los senderos de la llanura y de la montaña. (Judit 15, 2)

  • El pueblo prolongó los festejos durante tres meses delante del Templo de Jerusalén, y Judit permaneció con ellos. (Judit 16, 20)

  • El rey tendió hacia Ester el cetro de oro. Ella se levantó, permaneció de pie en presencia del rey (Ester 8, 4)


“Meu Deus, perdoa-me. Nunca Te ofereci nada na minha vida e, agora, por este pouco que estou sofrendo, em comparação a tudo o que Tu sofreste na Cruz, eu reclamo injustamente!” São Padre Pio de Pietrelcina