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  • Y le responderán: ‘Porque abandonaron al Señor, su Dios, que había hecho salir a sus padres del país de Egipto, y porque siguieron a otros dioses, se postraron ante ellos y los sirvieron: por eso el Señor atrajo sobre ellos esta calamidad’". (I Reyes 9, 9)

  • y otros doce leones de pie sobre las seis gradas, a uno y otro lado. En ningún reino se había hecho nada igual. (I Reyes 10, 20)

  • es decir, de esas naciones de las que el Señor había dicho a los israelitas: "No se unan a ellas, y que ellas no se unan a ustedes; seguramente les desviarán el corazón hacia otros dioses". Pero Salomón se enamoró de ellas. (I Reyes 11, 2)

  • Así, en la vejez de Salomón, sus mujeres les desviaron el corazón hacia otros dioses, y su corazón ya no perteneció íntegramente al Señor, su Dios, como el de su padre David. (I Reyes 11, 4)

  • y le había prohibido ir detrás de otros dioses. Pero Salomón no observó lo que le había mandado el Señor. (I Reyes 11, 10)

  • Tú, en cambio, has obrado peor que todos tus predecesores; has ido a fabricarte otros dioses, ídolos de metal fundido, para provocar mi indignación, y me has arrojado a tus espaldas. (I Reyes 14, 9)

  • Él hizo llevar a la Casa del Señor las ofrendas consagradas por su padre y las que él mismo había consagrado: plata, oro y otros utensilios. (I Reyes 15, 15)

  • Recluta además un ejército tan numeroso como el que perdiste, con otros tantos caballos y carros. Luego lucharemos contra ellos en la llanura, y seguramente los venceremos". El rey escuchó su parecer y procedió así. (I Reyes 20, 25)

  • Durante siete días estuvieron acampados unos frente a otros. Al séptimo día se libró la batalla, y los israelitas derrotaron a los arameos: ¡cien mil hombres de a pie en un solo día! (I Reyes 20, 29)

  • Naamán dijo entonces: "De acuerdo; pero permite al menos que le den a tu servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor. (II Reyes 5, 17)

  • Había cuatro hombres leprosos que se encontraban a la entrada de la Puerta y se decían unos a otros: "¿Por qué nos quedamos aquí a esperar la muerte? (II Reyes 7, 3)

  • Porque el Señor había hecho oír en el campamento de los arameos un ruido de carros, un fragor de caballos y el estruendo de un gran ejército, de manera que se dijeron unos a otros: "Miren, el rey de Israel ha contratado como mercenarios a los reyes de los hititas y a los reyes de los musritas, para que avancen contra nosotros". (II Reyes 7, 6)


“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraco com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina