Fundar 97 Resultados para: oídos

  • Sí, Señor, no hay nadie como tú, ni hay Dios fuera de ti, por todo lo que hemos escuchado con nuestros propios oídos. (I Crónicas 17, 20)

  • Sí, Dios mío, que tus ojos estén abiertos y tus oídos atentos a las súplicas que se hagan en este lugar. (II Crónicas 6, 40)

  • A partir de ahora, mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la súplica que se haga en este lugar. (II Crónicas 7, 15)

  • Yo no lo quería creer, sin venir antes a verlo con mis propios ojos. Pero ahora compruebo que no me habían contado ni siquiera la mitad: el cúmulo de tu sabiduría supera la fama que llegó a mis oídos. (II Crónicas 9, 6)

  • Que tus oídos estén atentos y tus ojos abiertos, para escuchar la plegaria de tu servidor, la que ahora yo te dirijo día y noche por los israelitas, tus servidores, confesando sus pecados, porque hemos pecado contra ti. ¡Sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado! (Nehemías 1, 6)

  • ¡Ah, Señor! Que tus oídos estén atentos a la plegaria de tu servidor y a la plegaria de tus servidores, que se complacen en venerar tu Nombre. Permíteme lograr mi cometido y que sea bien recibido por el rey". Yo era entonces copero del rey. (Nehemías 1, 11)

  • En aquellos días llegó todo esto a oídos de Judit, hija de Merarí, hijo de Ox, hijo de José, hijo de Oziel, hijo de Helcías, hijo de Ananías, hijo de Gedeón, hijo de Rafaín, hijo de Ajitob, hijo de Elías, hijo de Jilquías, hijo de Eliab, hijo de Natanael, hijo de Salamiel, hijo de Sarasadai, hijo de Israel. (Judit 8, 1)

  • Porque su manera de proceder llegará a oídos de todas las mujeres, y eso hará que desprecien a sus maridos, diciendo: ‘El rey Asuero mandó que llevaran a su presencia a la reina Vasti, y ella no se presentó’. (Ester 1, 17)

  • Una palabra me llegó furtivamente, su leve susurro cautivó mis oídos. (Job 4, 12)

  • Sí, todo esto lo vi con mis propios ojos, lo escuché con mis oídos y lo entendí. (Job 13, 1)

  • Oigan, oigan bien mis palabras, que mis declaraciones lleguen a sus oídos. (Job 13, 17)

  • voces horribles resuenan en sus oídos, en plena paz, lo asalta el devastador. (Job 15, 21)


“Sejam como pequenas abelhas espirituais, que levam para sua colméia apenas mel e cera. Que, por meio de sua conversa, sua casa seja repleta de docilidade, paz, concórdia, humildade e piedade!” São Padre Pio de Pietrelcina