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Cuando el Todopoderoso dispersó a los reyes, caía la nieve sobre el Monte Umbrío. (Salmos 68, 15)
Los carros de guerra de Dios son dos miríadas de escuadrones relucientes: ¡el Señor está en medio de ellos, el Sinaí está en el Santuario! (Salmos 68, 18)
Canto de peregrinación. Los que confían en el Señor son como el monte Sión, que permanece inconmovible para siempre. (Salmos 125, 1)
Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión. (I Macabeos 4, 37)
En aquel tiempo, levantaron alrededor del monte Sión altas murallas y torres poderosas, para que los extranjeros no vinieran otra vez y lo pisotearan como lo habían hecho antes. (I Macabeos 4, 60)
Todos subieron al monte Sión con júbilo y alegría, y ofrecieron holocaustos por haber regresado sanos y salvos sin perder a ninguno de los suyos. (I Macabeos 5, 54)
El ejército real subió a Jerusalén, al encuentro de los judíos, y el rey acampó frente a Judea y al monte Sión. (I Macabeos 6, 48)
Con esta garantía salieron de la fortaleza y el rey subió al monte Sión. Pero al ver las fortificaciones de aquel lugar, violó el juramento que había hecho y ordenó destruir la muralla que lo rodeaba. (I Macabeos 6, 62)
Después de esto, Nicanor subió al monte Sión. Algunos sacerdotes y ancianos del pueblo salieron del Santuario para saludarlo amistosamente y mostrarle el holocausto que se ofrecía por el rey. (I Macabeos 7, 33)
Ordenó a los constructores que reconstruyeran las murallas y que rodearan el monte Sión con un muro de piedras talladas, y así lo hicieron. (I Macabeos 10, 11)
Porque tanto él como sus hermanos y toda la familia de su padre han combatido con firmeza y expulsado a los enemigos de Israel, y le han asegurado la libertad". Entonces hicieron grabar una inscripción en planchas de bronce y las fijaron sobre unas columnas en el monte Sión. (I Macabeos 14, 26)
en el monte Garizím, dejó a Andrónico, y además de estos, a Menelao, que superaba a todos los otros en maldad, por el odio que tenía a sus compatriotas judíos. (II Macabeos 5, 23)