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Canto de peregrinación. Los que confían en el Señor son como el monte Sión, que permanece inconmovible para siempre. (Salmos 125, 1)
Canto de peregrinación. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: (Salmos 126, 1)
¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén (Salmos 128, 5)
¡Retrocedan llenos de vergüenza todos los que aborrecen a Sión: (Salmos 129, 5)
Porque el Señor eligió a Sión, y la deseó para que fuera su Morada. (Salmos 132, 13)
Es como el rocío del Hermón que cae sobre las montañas de Sión. Allí el Señor da su bendición, la vida para siempre. (Salmos 133, 3)
El Señor que hizo el cielo y la tierra los bendiga desde Sión. (Salmos 134, 3)
¡Bendito sea el Señor desde Sión, el que habita en Jerusalén! ¡Aleluya! (Salmos 135, 21)
Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar, acordándonos de Sión. (Salmos 137, 1)
Allí nuestros carceleros nos pedían cantos, y nuestros opresores, alegría: "¡Canten para nosotros un canto de Sión!". (Salmos 137, 3)
El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. ¡Aleluya! (Salmos 146, 10)
¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! (Salmos 147, 12)