Fundar 35 Resultados para: espanto

  • Todos los pueblos que te conocen están consternados por ti; te has convertido en un motivo de espanto y no existirás nunca más. (Ezequiel 28, 19)

  • La espada penetrará en Egipto, Cus se retorcerá de espanto, cuando caigan las víctimas en Egipto, cuando sean arrebatadas sus riquezas y derruidos sus cimientos. (Ezequiel 30, 4)

  • Aquel día, mensajeros enviados por mí partirán en barco, para dar la alarma en Cus, que vive confiada. Ellos se estremecerán de espanto en el día de Egipto, que ya está por llegar. (Ezequiel 30, 9)

  • cuando tuve un sueño que me horrorizó: las obsesiones que me asaltaron en mi lecho y las visiones de mi imaginación me llenaron de espanto. (Daniel 4, 2)

  • Daniel, llamado Beltsasar, quedó aturdido por un instante y sus pensamientos lo llenaron de espanto. Pero el rey tomó la palabra y dijo: "Beltsasar, que no te espanten el sueño y su interpretación". Beltsasar respondió, diciendo: "Señor mío, ¡que este sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para tus adversarios! (Daniel 4, 16)

  • Entonces el rey cambió de color y sus pensamientos lo llenaron de espanto; se le aflojaron todos los miembros y se entrechocaban sus rodillas. (Daniel 5, 6)

  • La reina, enterada de las palabras del rey y de sus dignatarios, entró en la sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: "¡Viva el rey eternamente! Que tus pensamientos no te llenen de espanto y no cambies de color. (Daniel 5, 10)

  • Yo, Daniel, quedé profundamente turbado en mi espíritu, y las visiones de mi imaginación me llenaron de espanto. (Daniel 7, 15)

  • Aquí termina el relato. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me llenaron de espanto y cambié de color. Y yo conservé estas cosas en mi corazón. (Daniel 7, 28)

  • Pero noticias llegadas de Oriente y del Norte lo llenarán de espanto; entonces partirá lleno de furor para destruir y exterminar a mucha gente. (Daniel 11, 44)

  • Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. (Mateo 28, 4)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina