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• consideraba que compartir el oprobio del Mesíasera una riqueza superior a los tesoros de Egipto, porque tenía puestos los ojos en la verdadera recompensa. (Hebreos 11, 26)

• Después de todo, nuestros padres carnales nos corregían, y no por eso dejábamos de respetarlos. Con mayor razón, entonces, debemos someternos al Padre de nuestro espíritu, para poseer la Vida. (Hebreos 12, 9)

• Por eso, que recobren su vigor las manos que desfallecen y las rodillas que flaquean. (Hebreos 12, 12)

• Tengan cuidado de no desoír al que habla. Porque si los que rehusaron escuchar al que promulgaba oráculos en la tierra, no pudieron escapar al castigo, ¿cómo podremos escapar nosotros si volvemos las espaldas al que habla desde el cielo? (Hebreos 12, 25)

• Acuérdense de los que están presos, como si ustedes lo estuvieran con ellos, y de los que son maltratados, como si ustedes estuvieran en su mismo cuerpo. (Hebreos 13, 3)

• Por eso Jesús, para santificar al pueblo con su sangre, padeció fuera de las puertas de la ciudad. (Hebreos 13, 12)

• Hagan siempre el bien y compartan lo que poseen, porque esos son sacrificios agradables a Dios. (Hebreos 13, 16)

• Pero si hacen acepción de personas, cometen un pecado y son condenados por la Ley como transgresores. (Santiago 2, 9)

• Porque el que ha dicho: No cometerás adulterio, dijo también: No matarás. Por lo tanto, si evitas el adulterio, pero cometes un homicidio, te haces transgresor de la Ley. (Santiago 2, 11)

• porque todos faltamos de muchas maneras. Si alguien no falta con palabras es un hombre perfecto, porque es capaz de dominar toda su pesona. (Santiago 3, 2)

• Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad. (Santiago 3, 16)

• Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente: (I Pedro 1, 6)