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  • Menelao dejó como sustituto en el sumo sacerdocio a su hermano Lisímaco, y Sóstrates dejó a Crates, jefe de los chipriotas. (II Macabeos 4, 29)

  • Pero antes, dejó prefectos para que hicieran daño al pueblo. En Jerusalén, deja a Filipo, de origen frigio, un hombre de costumbres más bárbaras que el que lo había designado; (II Macabeos 5, 22)

  • en el monte Garizím, dejó a Andrónico, y además de estos, a Menelao, que superaba a todos los otros en maldad, por el odio que tenía a sus compatriotas judíos. (II Macabeos 5, 23)

  • El Macabeo dejó entonces a Simón y a José, junto con Zaqueo y muchos otros -en número suficiente para asediarlos- y él partió para otros lugares donde era más necesaria su presencia. (II Macabeos 10, 19)

  • El rey prestó una buena acogida al Macabeo y dejó a Hegemónidas como gobernador desde Tolemaida hasta la región de los guerraínos. (II Macabeos 13, 24)

  • Así, en el principio, mientras perecían los gigantes orgullosos, la esperanza del mundo se refugió en una frágil embarcación, que, dirigida por tu mano, dejó al futuro el germen de nuevas generaciones. (Sabiduría 14, 6)

  • Él hizo al hombre en el principio y lo dejó librado a su propio albedrío. (Eclesiástico 15, 14)

  • No dejó sin castigo a la ciudad donde vivía Lot, a los que abominaba a causa de su orgullo. (Eclesiástico 16, 8)

  • Una instrucción de sabiduría y de ciencia es la que dejó grabada en este libro Jesús, hijo de Sirá, hijo de Eleazar, de Jerusalén, que derramó como lluvia la sabiduría de su corazón. (Eclesiástico 50, 27)

  • Por eso, así habla el Señor: Ustedes no me han escuchado, proclamando cada uno la liberación de su hermano y de su prójimo. Ahora, yo proclamo para ustedes una liberación -oráculo del Señor-: los dejo librados a la espada, a la peste y al hambre, y los convertiré en un motivo de horror para todos los reyes de la tierra. (Jeremías 34, 17)

  • Sólo a los más pobres entre el pueblo, a los que no poseían nada, Nebuzaradán, comandante de la guardia, los dejó en el país de Judá, asignándoles en aquel día viñas y terrenos. (Jeremías 39, 10)

  • Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, después que Nebuzaradán, comandante de la guardia, lo dejó ir de Ramá, donde lo encontró atado con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá, que eran deportados a Babilonia. (Jeremías 40, 1)


“Deus não opera prodígios onde não há fé.” São Padre Pio de Pietrelcina