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  • Ellos estaban seguros de sí mismos, porque habían hecho debajo de la mesa una entrada secreta, por donde penetraban todos los días para llevarse las ofrendas. (Daniel 14, 12)

  • ¡Y pensar que yo destruí ante ellos al amorreo, cuya altura era igual a la de los cedros y que era fuerte como las encinas: arranqué su fruto por arriba y sus raíces por debajo! (Amós 2, 9)

  • Al oírlo, se conmovieron mis entrañas, ante el fragor, balbucean mis labios; la caries penetra en mis huesos y debajo de mí tiemblan mis pasos. Espero tranquilo el día de la angustia, que le sobrevendrá al pueblo que nos ataca. (Habacuc 3, 16)

  • Aquel día -oráculo del Señor de los ejércitos- ustedes se invitarán unos a otros debajo de la parra y de la higuera. (Zacarías 3, 10)

  • Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. (Mateo 5, 15)

  • Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies? (Mateo 22, 44)

  • Jesús les decía: «¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? (Marcos 4, 21)

  • Pero ella le respondió: «Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos». (Marcos 7, 28)

  • El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. (Marcos 12, 36)

  • No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. (Lucas 8, 16)

  • hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies? (Lucas 20, 43)

  • «¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera». (Juan 1, 48)


“Que Nossa Mãe do Céu tenha piedade de nós e com um olhar maternal levante-nos, purifique-nos e eleve-nos a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina