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  • Después de haber destruido el poste sagrado de Baal, demolieron su templo y lo convirtieron en una cloaca, que existe hasta el día de hoy. (II Reyes 10, 27)

  • Luego, todo el pueblo del país se dirigió al templo de Baal, lo derribó y destrozó por completo sus altares y sus imágenes. Y a Matán, el sacerdote de Baal, lo mataron delante de los altares. El sacerdote estableció puestos de guardia en la Casa del Señor. (II Reyes 11, 18)

  • Fue en aquel tiempo cuando Ezequías desmanteló las puertas del Templo del Señor y los soportes que el mismo Ezequías, rey de Judá, había recubierto de metal, para entregarlos al rey de Asiria. (II Reyes 18, 16)

  • Un día, mientras estaba postrado en el templo de Nisroc, su dios, Adramélec y Sarecer, sus hijos, lo mataron con la espada, y se pusieron a salvo en el país de Ararat. Asarhadón, su hijo, reinó en lugar de él. (II Reyes 19, 37)

  • El rey ordenó al sumo sacerdote Jilquías, a los sacerdotes de segundo orden y a los guardianes del umbral, que sacaran del Templo del Señor todos los objetos fabricados en honor de Baal, de Aserá y de todo el Ejército de los cielos; los quemó fuera de Jerusalén, en los baldíos del Cedrón, e hizo llevar sus cenizas a Betel. (II Reyes 23, 4)

  • Sacó del Templo del Señor el poste sagrado, y lo llevó fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón; allí lo quemó hasta reducirlo a polvo, y arrojó el polvo a la fosa común. (II Reyes 23, 6)

  • Además, los caldeos hicieron pedazos las columnas de bronce de la Casa del Señor, las bases y el Mar de bronce que estaban en la Casa del Señor, y se llevaron el bronce a Babilonia. (II Reyes 25, 13)

  • En cuanto a las dos columnas, al único Mar de bronce y a las bases que había hecho Salomón para la Casa del Señor, no se podía evaluar el peso de bronce de todos esos objetos. (II Reyes 25, 16)

  • Iojanán fue padre de Azarías, el cual ejerció el sacerdocio en el Templo que Salomón edificó en Jerusalén; (I Crónicas 5, 36)

  • Ellos servían como cantores ante la Morada -la Carpa del Encuentro- hasta que Salomón edificó el Templo del Señor en Jerusalén, y prestaban servicio conforme a su reglamento. (I Crónicas 6, 17)

  • Los primeros que volvieron a habitar en sus propiedades y ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y empleados del Templo. (I Crónicas 9, 2)

  • También había cantores, jefes de familias levíticas, que vivían en las habitaciones del templo, exentos de todo otro servicio, porque se ocupaban día y noche de su ministerio. (I Crónicas 9, 33)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina