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  • No, si te quedas callada en este preciso momento, el alivio y la liberación les vendrán a los judíos de otra parte, mientras que tú y la casa de tu padre desaparecerán. ¡Quién sabe si no has llegado a ser reina precisamente para una ocasión como esta!". (Ester 4, 14)

  • Todas las naciones que has creado vendrán a postrarse delante de ti, y glorificarán tu Nombre, Señor, (Salmos 86, 9)

  • No queda el recuerdo de las cosas pasadas, ni quedará el recuerdo de las futuras en aquellos que vendrán después. (Eclesiastés 1, 11)

  • Era una multitud interminable la que él encabezaba. Pero los que vendrán después tampoco estarán contentos con él, porque también esto es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 4, 16)

  • Ellos vendrán a posarse en los barrancos escarpados, en las grietas de las rocas, sobre todos los matorrales y sobre todos los abrevaderos. (Isaías 7, 19)

  • En los días que vendrán, Jacob echará raíces, Israel florecerá, dará brotes, y llenará el mundo con sus frutos. (Isaías 27, 6)

  • Aquel día, sonará la gran trompeta, y vendrán los que estaban perdidos en el país de Asiria y los desterrados en el país de Egipto, para adorar al Señor sobre la santa Montaña, en Jerusalén. (Isaías 27, 13)

  • Estas dos cosas te sobrevendrán, de repente, en un solo día: la privación de tus hijos y la viudez vendrán sobre ti con todo su rigor, pese a tus muchos sortilegios y al cúmulo de tus encantamientos. (Isaías 47, 9)

  • Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y pregonarán las alabanzas del Señor. (Isaías 60, 6)

  • Entonces, yo mismo vendré a reunir a todas las naciones y a todas las lenguas, y ellas vendrán y verán mi gloria. (Isaías 66, 18)

  • De luna nueva en luna nueva, y de sábado en sábado, todos vendrán a postrarse delante de mí, dice el Señor. (Isaías 66, 23)

  • Porque ahora voy a convocar a todas las familias de los reinos del Norte -oráculo del Señor-. Ellos vendrán, y cada uno instalará su trono a la entrada de las puertas de Jerusalén, contra todos los muros que la rodean y contra todas las ciudades de Judá. (Jeremías 1, 15)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina