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  • Entonces les mostró la cabeza del malvado Nicanor y el brazo que aquel blasfemo, en un arrebato de soberbia, había levantado contra la santa Casa del Todopoderoso. (II Macabeos 15, 32)

  • Ella es exhalación del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Todopoderoso: por eso, nada manchado puede alcanzarla. (Sabiduría 7, 25)

  • No ha sido posible a los santos del Señor relatar todas sus maravillas, las que el Señor todopoderoso estableció sólidamente para que el universo quedara afirmado en su gloria. (Eclesiástico 42, 17)

  • Mientras oficiaba en los altares y disponía la ofrenda para el Altísimo todopoderoso, (Eclesiástico 50, 14)

  • En seguida, todo el pueblo, unánimemente, caía con el rostro en tierra para adorar a su Señor, el Todopoderoso, el Dios Altísimo. (Eclesiástico 50, 17)

  • Señor todopoderoso, Dios de Israel, es un alma angustiada y un espíritu acongojado el que grita hacia ti. (Baruc 3, 1)

  • Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha la plegaria de los muertos de Israel, de los hijos de aquellos que han pecado contra ti y no han escuchado la voz del Señor, su Dios, por lo que han caído sobre nosotros estas calamidades. (Baruc 3, 4)

  • Yo oí el ruido de sus alas cuando ellos avanzaban: era como el ruido de aguas torrenciales, como la voz del Todopoderoso, como el estruendo de una multitud o de un ejército acampado. Al detenerse, replegaban sus alas. (Ezequiel 1, 24)

  • El ruido de las alas de los querubines se oyó hasta en el atrio exterior, como la voz del Todopoderoso cuando habla. (Ezequiel 10, 5)

  • Jesús le respondió: «Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo». (Mateo 26, 64)

  • Jesús respondió: «Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo». (Marcos 14, 62)

  • porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! (Lucas 1, 49)


“Não se fixe voluntariamente naquilo que o inimigo da alma lhe apresenta.” São Padre Pio de Pietrelcina