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  • y fue a sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, pensando: "Al menos no veré morir al niño". Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos. (Génesis 21, 16)

  • Luego el límite daba vuelta hacia Ramá, hasta la fortaleza de Tiro. De allí doblaba hasta Josá, y terminaba en el mar. El territorio incluía, además, Majaleb, Aczib, (Josué 19, 29)

  • De toda esa tropa, setecientos hombres eran guerreros adiestrados, ambidextros, y capaces de arrojar la piedra de su honda contra un cabello, sin errar el tiro. (Jueces 20, 16)

  • Jirám, rey de Tiro, envió una embajada a David, con madera de cedro, carpinteros y talladores de piedra, para que le edificaran una casa. (II Samuel 5, 11)

  • Entraron en el Fuerte de Tiro y en todas las ciudades de los jivitas y de los cananeos, y luego partieron para Berseba, en el Négueb de Judá. (II Samuel 24, 7)

  • En cuanto a la cebada y al forraje para los caballos y los animales de tiro, lo llevaban al lugar donde se encontraba el rey, cada uno según la consigna recibida. (I Reyes 5, 8)

  • Jirám, rey de Tiro, envió una embajada a Salomón, porque se enteró de que lo habían ungido rey en lugar de su padre David, y él había sido siempre amigo de David. (I Reyes 5, 15)

  • El rey Salomón mandó a buscar a Jirám de Tiro, (I Reyes 7, 13)

  • el hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, un natural de Tiro, había sido artesano del bronce, y él mismo estaba dotado de una gran habilidad, inteligencia y destreza para ejecutar toda clase de trabajos en bronce. Jirám se presentó ante el rey Salomón y ejecutó todos los trabajos que él le encomendó. (I Reyes 7, 14)

  • Jirám, rey de Tiro, le proporcionó madera de cedro, madera de ciprés y oro a discreción. Por eso, al cabo de ese tiempo, Salomón cedió a Jirám veinte poblados en la región de Galilea. (I Reyes 9, 11)

  • Jirám salió de Tiro para ver los poblados que le había cedido Salomón. Y como no le gustaron, (I Reyes 9, 12)

  • Ajab se fue a su casa malhumorado y muy irritado por lo que le había dicho Nabot, el izreelita: "No te daré la herencia de mis padres". Se tiró en su lecho, dio vuelta la cara y no quiso probar bocado. (I Reyes 21, 4)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina