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Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero». (Lucas 16, 13)
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado». (Lucas 18, 14)
El primero se presentó y le dijo: "Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más". (Lucas 19, 16)
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. (Lucas 20, 29)
Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías», que traducido significa Cristo. (Juan 1, 41)
y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». (Juan 2, 10)
Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. (Juan 2, 11)
Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año. (Juan 18, 13)
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». (Juan 20, 19)
Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él. (Hechos 12, 10)
Después de esto, Pablo se propuso ir a Jerusalén pasando por Macedonia y Acaya. «Primero iré allí, decía, y luego tendré que ir también a Roma». (Hechos 19, 21)
Por el contrario, dirigiéndome primero a los habitantes de Damasco, luego a los de Jerusalén y de todo el país de Judea, y finalmente a los paganos, les prediqué que era necesario arrepentirse y convertirse a Dios, manifestando su conversión con obras. (Hechos 26, 20)