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  • ¡Levanta los ojos, Jerusalén, y mira a los que llegan del Norte! ¿Dónde está el rebaño que se te había confiado, las ovejas que eran tu gloria? (Jeremías 13, 20)

  • ¿Se puede quebrar el hierro, el hierro del Norte, y el bronce? (Jeremías 15, 12)

  • sino más bien: "Por la vida del Señor que hizo subir a los israelitas del país del Norte y de todos los países adonde los había expulsado". Yo los haré volver a este suelo, que había dado a sus padres. (Jeremías 16, 15)

  • sino más bien: "por la vida del Señor que hizo subir a los descendientes de la casa de Israel, y los hizo llegar del país del Norte y de todos los países adonde los había expulsado, para que habiten en su propio suelo". (Jeremías 23, 8)

  • yo mando a buscar todos los clanes del Norte -oráculo del Señor- y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi servidor, y los hago venir contra este país, contra sus habitantes y contra todas estas naciones de alrededor. Así los consagraré al exterminio total, y los convertiré en una desolación, en un motivo de estupor y en ruinas perpetuas. (Jeremías 25, 9)

  • a todos los reyes del Norte, próximos y lejanos, uno después del otro: o sea, a todos los reyes de la tierra que están sobre la superficie del suelo. Y el rey de Sesac beberá después de ellos. (Jeremías 25, 26)

  • Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí! (Jeremías 31, 8)

  • El más ágil no puede huir ni escapa el más valiente: al norte, a orillas del Éufrates, ellos tropiezan y caen. (Jeremías 46, 6)

  • Pero ese día es para el Señor de los ejércitos un día de venganza para vengarse de sus adversarios. La espada devora y se sacia, se abreva de su sangre. Porque el Señor de los ejércitos tiene un sacrificio en el país del Norte, junto al río Éufrates. (Jeremías 46, 10)

  • Egipto era una ternera magnífica, un tábano del Norte la acomete. (Jeremías 46, 20)

  • ¡Está avergonzada la hija de Egipto, es entregada al pueblo del Norte! (Jeremías 46, 24)

  • Así habla el Señor: ¡Miren! Las aguas suben desde el Norte, se convierten en un torrente desbordado; inundan la tierra y lo que ella contiene, la ciudad y sus habitantes. Gritan los hombres, lanzan gemidos todos los habitantes del país. (Jeremías 47, 2)


“O Santo Rosário é a arma daqueles que querem vencer todas as batalhas.” São Padre Pio de Pietrelcina