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  • Luego confió a sus servidores cada manada por separado, y les dijo: "Sigan adelante, pero dejen un espacio libre entre una manada y la otra". (Génesis 32, 17)

  • Luego dijo: "Déjame partir, porque ya está amaneciendo". Pero Jacob replicó: "No te soltaré si antes no me bendices". (Génesis 32, 27)

  • Puso al frente a las esclavas con sus niños, luego a Lía y a sus hijos, y por último a Raquel y a José. (Génesis 33, 2)

  • Luego dirigió una mirada a su alrededor, y al ver a las mujeres y a los niños, preguntó: "¿Quiénes son estos que están contigo?". "Son los hijos que Dios ha concedido a tu servidor", respondió Jacob. (Génesis 33, 5)

  • Tú sigue adelante, mientras yo avanzo lentamente, al paso de la caravana que me va precediendo, y al paso de los niños. Luego te alcanzaré en Seír". (Génesis 33, 14)

  • Luego añadió: "Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate. De ti nacerá una nación, más aún, una asamblea de naciones, y saldrán reyes de tus entrañas. (Génesis 35, 11)

  • Luego se sentaron a comer. De pronto, alzaron la vista y divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, transportando en sus camellos una carga de goma tragacanto, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto. (Génesis 37, 25)

  • Pero mientras tanto, unos negociantes madianitas pasaron por allí y retiraron a José de la cisterna. Luego lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de planta, y José fue llevado a Egipto. (Génesis 37, 28)

  • Luego concibió nuevamente, y tuvo otro hijo, al que llamó Onán. (Génesis 38, 4)

  • Pero luego retiró su mano, y el otro salió antes. Entonces ella dijo: "¡Cómo te has abierto una brecha!". Por eso fue llamado Peres. (Génesis 38, 29)

  • Luego volvió a dormirse y tuvo otro sueño: siete espigas grandes y lozanas salían de un mismo tallo. (Génesis 41, 5)

  • Luego lo hizo subir a la mejor carroza después de la suya, e iban gritando delante de él: "¡Atención!". Así le dio autoridad sobre todo Egipto. (Génesis 41, 43)


“Nossa Senhora está sempre pronta a nos socorrer, mas por acaso o mundo a escuta e se emenda?” São Padre Pio de Pietrelcina