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  • También acampará la tribu de Gad. El jefe de los descendientes de Gad era Eliasaf, hijo de Reuel, (Números 2, 14)

  • A Aarón y a sus hijos, en cambio, les encargarás que ejerzan las funciones sacerdotales. Si se acerca un extraño, será castigado con la muerte. (Números 3, 10)

  • Al este, frente a la Morada, delante de la Carpa del Encuentro, acampaban Moisés, Aarón y sus hijos, que realizaban las tareas del Santuario, en favor de los israelitas. Cualquier extraño que se acercara debía ser castigado con la muerte. (Números 3, 38)

  • El sacerdote Eleazar, hijo de Aarón, será el encargado del aceite para la iluminación, del incienso aromático, de la ofrenda perpetua y del óleo de la unción; y ejercerá la supervisión de toda la Morada, con todos los objetos sagrados y todos los utensilios que hay en ella. (Números 4, 16)

  • Si ese hombre no tiene ningún pariente cercano a quien se le pueda restituir, la suma será devuelta al Señor y entregada al sacerdote, además del carnero de la expiación, con el cual se practicará el rito de expiación en favor de esa persona. (Números 5, 8)

  • los jefes de Israel -los jefes de las familias patriarcales, los capitanes de las tribus, los encargados de supervisar el censo- se acercaron (Números 7, 2)

  • El sexto día presentó su ofrenda Eliasaf, hijo de Deuel, jefe de la tribu de Gad. (Números 7, 42)

  • y se los doy a Aarón y a sus hijos, en calidad de dedicados, a fin de que presten servicios para los israelitas en la Carpa del Encuentro y practiquen el rito de expiación en favor de ellos. De esta manera, los israelitas no serán castigados por acercarse al Santuario. (Números 8, 19)

  • Una vez que se desarmó la Morada, avanzaron los gersonitas y los meraritas, que eran los encargados de transportarla. (Números 10, 17)

  • y al frente de las tropas de la tribu de Gad iba Eliasaf, hijo de Deuel. (Números 10, 20)

  • Los quehatitas, que llevaban los objetos sagrados, avanzaron después, a fin de que la Morada ya estuviera erigida antes de su llegada. (Números 10, 21)

  • le dijo: "¿Por qué tratas tan duramente a tu servidor? ¿Por qué no has tenido compasión de mí, y me has cargado con el peso de todo este pueblo? (Números 11, 11)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina