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  • Pero aquel territorio resultaba demasiado estrecho para los hijos de Dan, y por eso subieron a atacar a Lesem. La tomaron y la pasaron al filo de la espada; y una vez que la ocuparon, se establecieron en ella, llamándola Dan, por el nombre de su padre. (Josué 19, 47)

  • Hice cundir delante de ustedes el pánico, que puso en fuga a toda esa gente y a los dos reyes amorreos. Esto no se lo debes ni a tu espada ni a tu arco. (Josué 24, 12)

  • La tribu de Judá atacó a Jerusalén; la tomaron, pasaron a sus habitantes al filo de la espada e incendiaron la ciudad. (Jueces 1, 8)

  • Él les indicó el acceso a la ciudad, y ellos pasaron a sus habitantes al filo de la espada, pero dejaron ir a aquel hombre con toda su familia. (Jueces 1, 25)

  • Barac persiguió a los carros y al ejército hasta Jaróset Ha Goím, y todo el ejército de Sísara cayó al filo de la espada. No quedó ni un solo sobreviviente. (Jueces 4, 16)

  • Su compañero le respondió: "Esto no significa otra cosa que la espada de Gedeón, hijo de Joás, el hombre de Israel. Dios ha puesto en sus manos a Madián y todo su campamento". (Jueces 7, 14)

  • Mientras los trescientos hombres tocaban las trompetas, el Señor hizo que en todo el campamento volvieran la espada unos contra otros. La tropa huyó hasta Bet Sitá, hacia Sartán, hasta la orilla de Abel Mejolá, frente a Tabat. (Jueces 7, 22)

  • Zébaj y Salmuná estaban en Carcor con su ejército. Eran unos quince mil hombres, es decir, todos los sobrevivientes del campamento de los Orientales. Los que habían caído eran ciento veinte mil armados de espada. (Jueces 8, 10)

  • Entonces dijo a Iéter, su hijo mayor: "Mátalos aquí mismo". Pero el muchacho tuvo miedo de sacar la espada, porque todavía era muy joven. (Jueces 8, 20)

  • Él llamó en seguida a su escudero y le dijo: "Desenvaina tu espada y mátame, para que no se pueda decir que me mató una mujer". Entonces el escudero lo atravesó con su espada y él murió. (Jueces 9, 54)

  • Los danitas, por su parte, tomaron lo que había hecho Micá, junto con el sacerdote que él tenía a su servicio, y avanzaron contra Lais, contra una población tranquila y confiada. La pasaron al filo de la espada y prendieron fuego a la ciudad. (Jueces 18, 27)

  • Los dignatarios de todo el pueblo y todas las tribus acudieron a la asamblea del pueblo de Dios: eran cuatrocientos mil hombres de a pie, armados de espada. (Jueces 20, 2)


“Sigamos o caminho que nos conduz a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina