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  • Mientras tanto, los levitas habían bajado el Arca del Señor y el cofre que estaba con ella, donde se encontraban los objetos de oro, y los depositaron sobre la piedra grande. La gente de Bet Semes ofreció aquel día holocaustos y sacrificios al Señor. (I Samuel 6, 15)

  • Y el número de los ratones de oro correspondía al de todas las ciudades de los filisteos, gobernadas por los cinco príncipes, desde las ciudades fortificadas hasta los poblados desguarnecidos. Testigo de esto es la piedra grande sobre la que depositaron el Arca del Señor, y que hasta el día de hoy está en el campo de Josué de Bet Semes. (I Samuel 6, 18)

  • El Señor castigó a la gente de Bet Semes, porque habían mirado el Arca del Señor. Como él hirió a setenta hombres, el pueblo estuvo de duelo porque el Señor les había infligido un castigo tan grande. (I Samuel 6, 19)

  • En seguida mandaron unos mensajeros a los habitantes de Quiriat Iearím, para decirles: "Los filisteos han devuelto el Arca del Señor. Bajen y súbanla con ustedes". (I Samuel 6, 21)

  • Entonces llegaron los de Quiriat Iearím y se llevaron el Arca del Señor. La introdujeron en la casa de Abinadab, sobre la colina, y consagraron a su hijo Eliezer para que la cuidara. (I Samuel 7, 1)

  • Desde el día en que el Arca fue instalada en Quiriat Iearím pasó mucho tiempo -veinte años- y todo Israel suspiraba por el Señor. (I Samuel 7, 2)

  • Y Jonatán hizo un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo. (I Samuel 18, 3)

  • Sé leal con tu servidor, ya que le has hecho contraer contigo un pacto en nombre del Señor. Si en algo he faltado, mátame tú mismo. ¿Para qué me harás comparecer ante tu padre?". (I Samuel 20, 8)

  • Y Jonatán concluyó un pacto con la casa de David, en estos términos: "Que el Señor pida cuenta de esto a los enemigos de David". (I Samuel 20, 16)

  • Los dos hicieron un pacto delante del Señor, y David se quedó en Jorsa, mientras que Jonatán se fue a su casa. (I Samuel 23, 18)

  • Entonces Abner envió unos mensajeros, para que dijeran a David en nombre suyo: "¿De quién va a ser el país?". Y también: "Sella conmigo un pacto, y yo cooperaré contigo para que todo Israel se ponga de tu parte". (II Samuel 3, 12)

  • David respondió: "Está bien, haré un pacto contigo. Pero sólo te pido una cosa: no te presentarás ante mí, si no me traes a Mical, la hija de Saúl, cuando vengas a verme". (II Samuel 3, 13)


“Lembre-se de que os santos foram sempre criticados pelas pessoas deste mundo, e puseram sob seus pés o mundo e as suas máximas .” São Padre Pio de Pietrelcina