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  • Pero ustedes observarán mis preceptos y mis leyes, y no cometerán ninguna de esas abominaciones, tanto el nativo como el extranjero que resida en medio de ustedes. (Levítico 18, 26)

  • Porque todas esas abominaciones fueron cometidas por los hombres que habitaron el país antes que ustedes, y por eso el país ha sido profanado. (Levítico 18, 27)

  • Porque todo el que cometa una de esas abominaciones será excluido de su pueblo. (Levítico 18, 29)

  • Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te dará, no aprendas a practicar las abominaciones que cometen esas naciones. (Deuteronomio 18, 9)

  • Porque todo el que practica estas cosas es abominable al Señor, tu Dios, y por causa de estas abominaciones, él desposeerá a esos pueblos delante de ti. (Deuteronomio 18, 12)

  • para que ellos no les enseñen a imitar todas las abominaciones que cometen en honor de sus dioses. Así ustedes no pecarán contra el Señor, su Dios. (Deuteronomio 20, 18)

  • Provocaron sus celos con dioses extraños, lo irritaron con abominaciones. (Deuteronomio 32, 16)

  • Él cometió las peores abominaciones, yendo detrás de los ídolos, como lo habían hecho los amorreos que el Señor había desposeído delante de los israelitas. (I Reyes 21, 26)

  • "Porque Manasés, rey de Judá, cometió estas abominaciones, porque superó en maldad a todo lo que habían hecho los amorreos antes que él, y también hizo pecar a Judá con sus ídolos, (II Reyes 21, 11)

  • Josías hizo desaparecer todas las abominaciones de los territorios pertenecientes a los israelitas, y obligó a todos los que se encontraban en Israel a servir al Señor, su Dios. Durante toda su vida, ellos no dejaron de seguir al Señor, el Dios de sus padres. (II Crónicas 34, 33)

  • El resto de los hechos de Joaquím, las abominaciones que cometió y todo lo que recayó sobre él está escrito en el Libro de los reyes de Israel y de Judá. Su hijo Joaquím reinó en lugar de él. (II Crónicas 36, 8)

  • De la misma manera, todos los jefes de Judá, los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando todas las abominaciones de los paganos, y contaminaron el Templo que el Señor se había consagrado en Jerusalén. (II Crónicas 36, 14)


“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina