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Castigaré a los profetas de visiones falsas, de promesas mentirosas; ya no serán admitidos en el consejo de mi pueblo, ni serán más inscritos en la libreta de familia de Israel, ni entrarán en la tierra de Israel: así sabrán que yo soy Yavé. (Ezequiel 13, 9)
¿Dónde están esos profetas de Israel que profetizaban sobre Jerusalén, y que veían para ella visiones de paz cuando no había paz?- palabra de Yavé. (Ezequiel 13, 16)
Por eso, ya no tendrán falsas visiones, sino que libraré a mi pueblo de las manos de ustedes y sabrán que yo soy Yavé. (Ezequiel 13, 23)
Te apoyas en falsas visiones, en señales mentirosas; serás condenado a la espada y echado junto con los malvados masacrados: llegó la hora, la injusticia llegó a su fin. (Ezequiel 21, 34)
Durante este tiempo tus profetas tranquilizan a la gente con visiones engañosas y predicciones mentirosas. Dicen: "¡Palabra de Yavé!" siendo que Yavé nada ha dicho. (Ezequiel 22, 28)
Mediante visiones divinas, me condujo al país de Israel y me depositó en una montaña muy alta. En la ladera me pareció ver las construcciones de una ciudad. (Ezequiel 40, 2)
A estos cuatro jóvenes, Dios les concedió sabiduría e inteligencia, tanto para las letras como para la filosofía. Lo que es Daniel, sabía explicar sueños y visiones. (Daniel 1, 17)
pero hay un Dios en el cielo que descubre los misterios y que ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá al fin de los tiempos. Estos eran tu sueño y tus visiones cuando estabas en tu cama. (Daniel 2, 28)
Las pesadillas que tuve en mi cama y las visiones que me pasaron por la mente me aterraron. (Daniel 4, 2)
El año primero del reinado de Belsasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones en su mente mientras dormía. En cuanto despertó, puso el sueño por escrito. Comienzo de la relación: (Daniel 7, 1)
Seguí mirando en mis visiones nocturnas y vi la terrible cuarta bestia. Era espantosa y extraordinariamente fuerte; tenía enormes dientes de hierro; comía, trituraba y lo sobrante lo pisoteaba con las patas. (Daniel 7, 7)
Yo, Daniel, me quedé con el espíritu muy intranquilo, porque estas visiones me asustaban. (Daniel 7, 15)