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  • entonces miren lo que haré yo con ustedes. Mandaré sobre ustedes el terror, la peste y la fiebre; sus ojos se debilitarán y su salud irá en desmedro. Ustedes sembrarán en vano la semilla, pues se la comerán los enemigos. (Levítico 26, 16)

  • Los que de ustedes sobrevivan se pudrirán en país enemigo por causa de su maldad y por las maldades de sus padres unidas que se les pegaron. (Levítico 26, 39)

  • El total del campamento de Judá es, según el censo, de ciento ochenta y seis mil cuatrocientos hombres; éstos marcharán a la vanguardia. (Números 2, 9)

  • Cuando se levante el campamento, Aarón y sus hijos descolgarán la cortina y cubrirán con ella el Arca del Testimonio. (Números 4, 5)

  • Hagan con ellos de esta manera, para que vivan y no mueran cuando se acercan a las cosas muy sagradas. Aarón y sus hijos se adelantarán para poner a cada uno en su servicio y darle su carga, (Números 4, 19)

  • Los he tomado de entre los israelitas y se los he dado a Aarón y a sus hijos, para que sirvan en la Tienda de las Citas y atraigan la misericordia sobre los hijos de Israel. Si éstos se acercaran personalmente al Santuario morirían.» (Números 8, 19)

  • Cuando la nube se levantaba por encima de la Tienda, los hijos de Israel levantaban el campamento, y en el lugar donde se detenía la nube, allí acampaban de nuevo. (Números 9, 17)

  • Lo mismo si la nube se detenía sólo algunos días sobre la Morada: a la orden de Yavé levantaban el campamento, y a la orden de Yavé acampaban. (Números 9, 20)

  • A la orden de Yavé partían y a su orden acampaban, observando la decisión de Yavé, tal como la daba a Moisés. (Números 9, 23)

  • «Hazte dos trompetas de plata: las harás de plata batida. Te servirán para convocar a la comunidad y para dar la señal de levantar el campamento. (Números 10, 2)

  • El día veinte del segundo mes del año segundo se levantó la Nube de encima de la Morada del Testimonio, (Números 10, 11)

  • Entonces fue desmontada la Morada y partieron los hijos de Guersón y los de Merarí, llevándola. (Números 10, 17)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina