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Bendito serás en la ciudad y en el campo. (Deuteronomio 28, 3)
Bendito serás cuando salgas y bendito también cuando vuelvas. (Deuteronomio 28, 6)
Maldito serás en la ciudad y en el campo. (Deuteronomio 28, 16)
Maldito serás cuando salgas y maldito también cuando vuelvas. (Deuteronomio 28, 19)
Andarás a tientas en pleno mediodía, como anda el ciego en la oscuridad, y fracasarás en tus empresas. Siempre serás un hombre oprimido y despojado, sin que nadie salga en tu defensa. (Deuteronomio 28, 29)
El fruto de tus campos, todos tus esfuerzos, los comerá un pueblo que no conoces y tú no serás más que un explotado y oprimido toda la vida. (Deuteronomio 28, 33)
El forastero que vive contigo se hará cada día más rico, y tú cada día serás más pobre. (Deuteronomio 28, 43)
Miqueas le dijo: «Quédate en mi casa y serás para mí un padre y un sacerdote; yo te daré diez monedas de plata al año, el vestido y la comida.» Y entró el levita. (Jueces 17, 10)
«Pon la mano en tu boca y ven con nosotros. Serás para nosotros padre y sacerdote. ¿Prefieres ser sacerdote en la casa de un particular o ser sacerdote de una tribu de Israel?» (Jueces 18, 19)
Entonces te tomará el espíritu de Yavé, entrarás en trance como ellos y serás cambiado en otro hombre. (1 Samuel 10, 6)
Saúl dijo: «Se la voy a prometer y por ella se perderá, pues lo haré caer en manos de los filisteos.» Saúl entonces dijo por segunda vez a David: «Ahora serás mi yerno.» (1 Samuel 18, 21)
«No temas, porque mi padre, Saúl, por más que haga, no podrá alcanzarte. Tu serás rey de Israel y yo seré el segundo en tu reino. Hasta mi padre Saúl lo sabe.» (1 Samuel 23, 17)
