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  • En este cerro quitará el velo de luto que cubría a todos los pueblos y la mortaja que envolvía a todas las naciones. (Isaías 25, 7)

  • Su respiración es como un torrente que se desborda y que le llega a uno hasta el cuello. El viene para colar a las naciones con un colador muy fino y a poner sus riendas con freno en el hocico de los pueblos. (Isaías 30, 28)

  • Al sentir tus amenazas huyen los pueblos, tú te paras, y las naciones se dispersan: (Isaías 33, 3)

  • Los pueblos quedarán reducidos a cenizas, como zarzamora cortada a la que le prende fuego. (Isaías 33, 12)

  • ¡Naciones, vengan a presenciar, pueblos, pongan atención; tierra y todo lo que encierras, con tus continentes y sus habitantes, escucha! (Isaías 34, 1)

  • Islas, guarden silencio y atiéndanme, y que los pueblos se acerquen a mí. Adelántense para hablar, pues tenemos que litigar juntos. (Isaías 41, 1)

  • Porque tú vales mucho a mis ojos, yo doy a cambio tuyo vidas humanas; por ti entregaría pueblos, porque te amo y eres importante para mí. (Isaías 43, 4)

  • Que se reúnan todas las naciones y se junten los pueblos. ¿Quién de de ustedes dijo lo que pasaría y anunció lo que ya ocurrió? Que presenten testigos a favor suyo, para que al escuchar digamos: «¡Es cierto!» (Isaías 43, 9)

  • Escúchenme, islas lejanas, pongan atención, pueblos. Yavé me llamó desde el vientre de mi madre, conoció mi nombre desde antes que naciera. (Isaías 49, 1)

  • El Señor Yavé te responde de esta manera: Hago señas con la mano a las naciones y levanto mi bandera para que la vean los pueblos. Te traerán a tus hijos en brazos y a tus hijas sobre los hombros. (Isaías 49, 22)

  • Pueblos, pónganme atención, y escúchenme, naciones, porque de mí saldrá la Ley y mis sentencias que serán la luz de los pueblos. (Isaías 51, 4)

  • Mi justicia está por llegar; ya he mandado mi salvación y aquí vengo yo para gobernar a los pueblos. Las islas también esperan en mí y cuentan con mi intervención. (Isaías 51, 5)


“Se você fala das próprias virtudes para se exibir ou para vã ostentação perde todo o mérito.” São Padre Pio de Pietrelcina