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  • O bien, paguen en compensación quinientos talentos de plata por los daños que han causado y los impuestos de las ciudades; si no, te declararé la guerra.» (1 Macabeos 15, 31)

  • Atenobio, amigo del rey, llegó a Jerusalén, y viendo la fastuosidad de Simón, su vajilla de oro y plata y el aparato con que se rodeaba, quedó maravillado. Pero le comunicó las palabras del rey. (1 Macabeos 15, 32)

  • Tolomeo, hijo de Abubos, era general con mando en la llanura de Jericó. Tenía mucha plata y oro (1 Macabeos 16, 11)

  • Mandó también otros a Gazer con la orden de matar a Juan, y solicitó por carta de los comandantes de las tropas judías que vinieran donde él, prometiéndoles plata, oro y regalos. (1 Macabeos 16, 19)

  • Los exhortó, entregándoles la Ley, a que no olvidaran los preceptos de Dios y no se dejaran deslumbrar por los ídolos de oro y plata y todos sus adornos. (2 Macabeos 2, 2)

  • Una parte pertenecía a Hircano, hijo de Tobías, personaje de muy alta posición, al que también alcanzaban estas calumnias. De todas maneras, el tesoro era de cuatrocientos talentos de plata y doscientos de oro. (2 Macabeos 3, 11)

  • después de prometer al rey, en una conversación, trescientos sesenta talentos de plata y ochenta de otras rentas. (2 Macabeos 4, 8)

  • el criminal Jasón envió como representantes a algunos «ciudadanos antioquenos», de los habitantes de Jerusalén y les encargó trescientas dracmas de plata destinadas al sacrificio a Heracles. Estos representantes, al llegar, expresaron que no convenía emplear el dinero en este sacrificio y pidieron que se gastara en otras cosas. (2 Macabeos 4, 19)

  • Menelao se hizo presentar al rey, a quien impresionó por su aire de persona de autoridad, y logró el cargo de Sumo Sacerdote, ofreciendo trescientos talentos de plata más que Jasón. (2 Macabeos 4, 24)

  • Los hombres de Simón, seducidos por la avaricia, se dejaron comprar a precio de plata por los de las torres y a cambio de sesenta mil monedas permitieron que escapara un cierto número de ellos. (2 Macabeos 10, 20)

  • Efectuó entre sus soldados una colecta y entonces envió hasta dos mil monedas de plata a Jerusalén a fin de que allí se ofreciera un sacrificio por el pecado. Todo esto lo hicieron muy bien inspirados por la creencia de la resurrección, (2 Macabeos 12, 43)

  • Mis frutos son mejores que el oro fino, lo que yo aporto vale más que la plata. (Proverbios 8, 19)


“Temos muita facilidade para pedir, mas não para agradecer”. São Padre Pio de Pietrelcina