Fundar 611 Resultados para: mano
Cuando los hijos de tu pueblo te digan: "¿Nos vas a explicar lo que eso significa?" les responderás: "Esto dice Yavé: Me dispongo a tomar la madera de José junto con las tribus de Israel que se le han unido; los juntaré con la madera de Judá y formarán una sola cosa en mi mano". (Ezequiel 37, 18)
Tendrás en tu mano ante sus ojos los trozos de madera en los que hayas escrito (Ezequiel 37, 20)
Me apoderaré de sus despojos y reuniré un botín, extenderé mi mano sobre esas ruinas que se repoblaron, sobre ese pueblo que regresó de las naciones, que vive del pastoreo y del comercio y que vive en el ombligo de la tierra. (Ezequiel 38, 12)
Romperé en tu mano izquierda tu arco y haré que caigan las flechas de tu mano derecha. (Ezequiel 39, 3)
Así mostraré mi gloria a las naciones. Quiero que sepan lo que es mi justicia y cómo supe dejar caer mi mano sobre ellas. (Ezequiel 39, 21)
Era el comienzo del año vigésimo quinto de nuestro exilio; el diez del mes, catorce años después de la caída de la ciudad; ese día la mano de Yavé se posó sobre mí y me llevó. (Ezequiel 40, 1)
Me llevó para allá y vi a la entrada a un hombre que parecía de bronce; en su mano tenía un cordel de lino y una vara para medir. (Ezequiel 40, 3)
Un muro, alrededor de toda la Casa, la separaba del exterior. El hombre tenía en la mano una vara para medir que llegaba a los seis codos de largo. Midió esa construcción: una vara de espesor y otra de alto. (Ezequiel 40, 5)
Pero ya que tomaron para sí el servicio a los ídolos y fueron para la gente de Israel una ocasión de pecado, levanto mi mano para condenarlos - palabra de Yavé: cargarán con el peso de su pecado. (Ezequiel 44, 12)
El hombre se alejó al oriente. Midió mil codos con la vara que sostenía en la mano, luego me dijo que atravesara el arroyuelo: el agua me llegaba apenas a los tobillos. (Ezequiel 47, 3)
Todos tendrán su parte porque juré a sus padres, con la mano en alto, que les daría este país: su herencia. (Ezequiel 47, 14)
Tú estabas mirando la estatua cuando de repente una piedra se desprendió, sin haber sido lanzada por ninguna mano, y vino a chocar contra los pies de hierro y loza de la estatua, haciéndola pedazos. (Daniel 2, 34)