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  • Sus servidores se acercaron a él cuando se iba, y le dijeron: «Padre, si el profeta te hubiera mandado hacer una cosa difícil, ¿no la habrías hecho? Y ¡qué fácil es bañarte, como el profeta te ha ordenado!» (2 Reyes 5, 13)

  • Al día siguiente, el muchacho del hombre de Dios se levantó temprano para salir, y vio a los arameos que rodeaban la ciudad, con sus carros y caballos. Entonces dijo a Eliseo: «Ay, mi señor, ¿qué vamos a hacer?» (2 Reyes 6, 15)

  • Partió con Joram, hijo de Ajab, para hacer la guerra a Jazael, rey de Aram, en Ramot de Galaad. Pero los arameos dejaron herido a Joram, (2 Reyes 8, 28)

  • Al séptimo año, Joyada, jefe de los sacerdotes, mandó llamar a los oficiales de la guardia real y de los guardias carios a la Casa de Yavé. Después de hacer con ellos un pacto con juramento, les mostró al hijo del rey. (2 Reyes 11, 4)

  • Entonces el sacerdote Joyada mandó hacer una caja con un agujero en la tapa, la colocó cerca del altar, a mano derecha de los que entraban a la Casa de Yavé, y los sacerdotes que estaban de turno en las puertas echaban en ella todo el dinero que se ofrecía en la Casa. (2 Reyes 12, 10)

  • Eliseo murió y lo sepultaron. Poco después, un destacamento de moabitas hizo una incursión, como acostumbraban hacer cada año al comienzo del año. (2 Reyes 13, 20)

  • Sirvieron a sus repugnantes ídolos a pesar de que Yavé les había dicho: «Ustedes no deben hacer tal cosa.» (2 Reyes 17, 12)

  • Sacrificaron a sus hijos e hijas por el fuego, practicaron la adivinanza y la magia, y se prestaron a hacer lo malo a los ojos de Yavé, provocando su ira. (2 Reyes 17, 17)

  • Pero ellos no hicieron caso a las palabras de Yavé, como habían acostumbrado hacer. (2 Reyes 17, 40)

  • Pero ni siquiera eres capaz de hacer retroceder al más insignificante de los generales de mi rey. ¡Tú creíste que Egipto te daría carros y caballerías! (2 Reyes 18, 24)

  • Sus habitantes, de débiles manos, confusos y aterrados, no podían hacer nada. Fueron como hierba del campo, hierba de tejado, pasto quemado por el viento de oriente. (2 Reyes 19, 26)

  • Pero no escucharon, y Manasés los llevó a hacer cosas peores que las que habían hecho las naciones que Yavé había exterminado ante los israelitas. (2 Reyes 21, 9)


“Como é belo esperar!” São Padre Pio de Pietrelcina