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  • En cuanto el rey de Hay vio la situación, se apresuró para atacar a Israel con toda su gente, en la pendiente frente al valle del Jordán, sin saber que le habían tendido una emboscada por detrás de la ciudad. (Josué 8, 14)

  • Los israelitas acabaron con los habitantes de Hay que estaban en el campo o que habían huido al desierto; los mataron a todos. Después volvieron a la ciudad y la pasaron a cuchillo. (Josué 8, 24)

  • Les perdonaron la vida en vista de que los jefes del pueblo les habían prestado juramento en nombre de Yavé, pero toda la gente criticó a los jefes. (Josué 9, 18)

  • Adonisedec, rey de Jerusalén, supo que Josué había conquistado y arrasado a Hay, tratándola junto con su rey del mismo modo que trató a Jericó y a su rey. Supo también que los gabaonitas habían hecho la paz con los israelitas para poder vivir en medio de ellos. (Josué 10, 1)

  • Pero los cinco reyes habían huido y se escondieron en la cueva de Maquedá. (Josué 10, 16)

  • El rey y los habitantes de Eglón también fueron acuchillados; la consagraron en anatema como habían hecho con Laquis. (Josué 10, 35)

  • Moisés y los hijos de Israel habían derrotado a los dos; Moisés entregó el dominio de sus tierras a las tribus de Rubén y de Gad y a la media tribu de Manasés. (Josué 12, 6)

  • y Caleb expulsó de ella a tres hijos de Enac, Sesai, Ajimán y Tolma, que habían quedado de la raza de Enac. (Josué 15, 14)

  • Quedaban siete tribus que no habían recibido todavía su parte de la herencia. (Josué 18, 2)

  • Pero el territorio y las aldeas dependientes de la ciudad ya habían sido atribuidas a Caleb, hijo de Jefoné. (Josué 21, 12)

  • Con esto, los hijos de Rubén, los de Gad y la media tribu de Manasés se separaron de los hijos de Israel en Silo, en el país de Canaán, el país que habían recibido de Moisés, conforme a la orden de Yavé. (Josué 22, 9)

  • La gente de Rubén y de Gad llamaron al altar que habían edificado «Testigo», pues dijeron: «Este altar es testigo de que Yavé es Dios.» (Josué 22, 34)


“Deus é servido apenas quando é servido de acordo com a Sua vontade.” São Padre Pio de Pietrelcina