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  • Los hijos de Rubén, los de Gad y la media tribu de Manasés, eran hombres valientes, llevaban escudo y espada, manejaban el arco y eran diestros en la guerra. Eran 44.760, listos para la guerra. (1 Crónicas 5, 18)

  • Hicieron guerra contra los agareos, contra Jetur, Nafis y Nodab, (1 Crónicas 5, 19)

  • por ser guerra de Dios, cayeron muertos muchos. Habitaron el lugar de ellos hasta el destierro. (1 Crónicas 5, 22)

  • Tenían el cargo según sus genealogías, de mantener tropas de guerra con hombres armados en número de treinta y seis mil; pues tenían muchas mujeres e hijos. (1 Crónicas 7, 4)

  • Todos éstos fueron hijos de Jedaiel, cabezas de familia, esforzados guerreros, en número de diecisiete mil doscientos, aptos para la milicia y la guerra. (1 Crónicas 7, 11)

  • Todos éstos fueron hijos de Aser, jefes de familia, gente escogida, esforzados guerreros, jefes de príncipes. En los registros genealógicos estaban inscritos en número de veintiseis mil hombres, aptos para la milicia y la guerra. (1 Crónicas 7, 40)

  • Hubo también gaditas que se pasaron a David cuando éste estaba en su refugio en el desierto, guerreros valientes, hombres de guerra, diestros con el escudo y la lanza, sus rostros como el león y ligeros como la gacela salvaje. (1 Crónicas 12, 9)

  • Este es el número de los guerreros preparados para la guerra que vinieron donde David, a Hebrón, para transferirle el reino de Saúl, conforme a la orden de Yavé. (1 Crónicas 12, 24)

  • De los hijos de Judá, llevando escudo y lanza, seis mil ochocientos, armados para la guerra. (1 Crónicas 12, 25)

  • De los hijos de Simeón, hombres valerosos para la guerra, siete mil cien. (1 Crónicas 12, 26)

  • De Zabulón, cincuenta mil, aptos para salir a campaña, ejercitados en todas las armas de guerra, que se ordenaban con resolución. (1 Crónicas 12, 34)

  • Y de Transjordania, de los rubenitas, de los gaditas y de la media tribu de Manasés, provistos de todos los pertrechos de guerra para la batalla, ciento veinte mil. (1 Crónicas 12, 38)


“Sigamos o caminho que nos conduz a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina