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Se oía el ruido como de una muchedumbre enfiestada a la que se habían juntado hombres venidos del desierto; estos colocaban brazaletes en las manos de las mujeres y espléndidas coronas en sus cabezas. (Ezequiel 23, 42)
Esto dice Yavé: Levantaré mi mano en contra de Edom y acabaré con hombres y animales; lo convertiré en un desierto: Desde Temán a Dedán caerán por la espada. (Ezequiel 25, 13)
El país de Egipto se convertirá en un desierto, en una ruina, y sabrán que yo soy Yavé. Tú dices: "El Nilo es mío, porque yo lo hice". (Ezequiel 29, 9)
Debido a esto me lanzo contra ti y tus canales; haré de Egipto un desierto, una desolación, desde Migdol hasta Siene y la frontera con Etiopía. (Ezequiel 29, 10)
El día en que transforme al país en una ruina y en un desierto, debido a todos los crímenes que cometieron, sabrán que yo soy Yavé". (Ezequiel 33, 29)
Firmaré con ellas una alianza de paz, haré que desaparezcan del país las fieras salvajes; mis ovejas podrán quedarse en el desierto y dormir en los bosques. (Ezequiel 34, 25)
de parte de Yavé: Aquí estoy para extender mi mano sobre ti, montaña de Seir, te convertiré en ruinas y en desierto. (Ezequiel 35, 3)
Tus ciudades serán arrasadas, te transformarás en un desierto y sabrás que yo soy Yavé. (Ezequiel 35, 4)
Convertiré a la montaña de Seir en ruinas y en desierto, y eliminaré de ella toda presencia humana. (Ezequiel 35, 7)
Te dejarás caer sobre las montañas de Israel con todo tu ejército y todos los pueblos que vienen contigo. Ya te he destinado como comida de las aves de rapiña, de toda clase de pájaros y de las fieras salvajes. (Ezequiel 39, 4)
que cometían cuando hacían entrar a extranjeros incircuncisos de corazón y de carne. Entraban en mi santuario y lo profanaban cuando ustedes me ofrecían mi comida de grasa y de sangre. Ustedes rompieron mi alianza con todos esos horrores, al encargarles el servicio de mi santuario. Y ahora, (Ezequiel 44, 7)
El rey dispuso que todos los días se les diera comida de la preparada para la gente del palacio y vino del que ellos bebían. Después que fueran mantenidos por espacio de tres años, servirían en la presencia del rey. (Daniel 1, 5)