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Lo demás referente a Ezequías y sus obras piadosas está escrito en las visiones del profeta Isaías, hijo de Amós, y en el libro de los Reyes de Judá y de Israel. (2 Crónicas 32, 32)
Los demás hechos de Manasés, su oración a Dios, y las palabras de los videntes que le hablaron en nombre de Yavé, Dios de Israel, se encuentran en los Hechos de los Reyes de Israel. (2 Crónicas 33, 18)
Lo dieron a los carpinteros y obreros de la construcción para comprar piedras de cantera y madera para las vigas y la armazón de los edificios destruidos por los reyes de Judá. (2 Crónicas 34, 11)
y sus hechos del comienzo al fin están escritos en el libro de los Reyes de Israel y de Judá. (2 Crónicas 35, 27)
Lo demás referente a Joaquim, las maldades que cometió y todo lo que le sucedió, está escrito en el libro de los Reyes de Israel y de Judá. En su lugar reinó su hijo Joaquim. (2 Crónicas 36, 8)
Que sepa, pues, el rey que si esta ciudad es reedificada y sus muralles reconstruidas, no se pagarán más impuestos, contribución ni peaje, y al fin, esta ciudad perjudicará a los reyes. (Esdras 4, 13)
Que se investiguen los libros de la historia de tus padres, y en ellos verás que esta ciudad es una ciudad rebelde y molesta para los reyes y las provincias, y que en ella se han fomentado revueltas desde tiempos antiguos. Por esta razón precisamente ha sido destruida. (Esdras 4, 15)
He dado orden para que investiguen los hechos, y se ha encontrado que esa ciudad, desde tiempos antiguos, se rebela contra los reyes, y que se han producido en ella revueltas y rebeldías. (Esdras 4, 19)
Hubo en Jerusalén reyes poderosos, dueños de toda la tierra del otro lado del río, a los que se pagaba tributo, impuestos y derecho de peaje. (Esdras 4, 20)
«Artajerjes, rey de reyes, a Esdras, sacerdote y maestro, instruido en la Ley del Dios de los Cielos, paz: He dado órdenes para que (Esdras 7, 12)
Desde los días de nuestros padres hasta hoy hemos sido muy culpables; por nuestros crímenes fuimos entregados, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes, en manos de los reyes extranjeros; fuimos destinados a la espada, a la cautividad, al saqueo; anduvimos avergonzados, al igual que hoy. (Esdras 9, 7)
porque no somos más que esclavos, pero, en medio de nuestra esclavitud, Dios no nos ha abandonado; ha extendido su mano misericordiosa sobre nosotros para apoyarnos frente a los reyes de Persia; nos ha devuelto la vida, nos ha concedido levantar de nuevo la Casa de nuestro Dios, y tener murallas en Jerusalén y en otras ciudades de Judá. (Esdras 9, 9)