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  • Son cosas inútiles, puras tonterías que desaparecerán cuando llegue su castigo. (Jeremías 51, 18)

  • Sus adversarios la vencieron y ahora se sienten felices, pues Yavé la castigó por sus muchos pecados; sus niños marcharon al destierro empujados por el enemigo. (Lamentaciones 1, 5)

  • Hijos míos, soporten con paciencia el castigo que Dios les ha mandado. Tu enemigo te ha perseguido, pero pronto verás su ruina y pondrás tu pie sobre su cuello. (Baruc 4, 25)

  • "Hijo de hombre, imagínate un país que peca contra mí: es infiel y yo le castigo; lo dejo sin pan, le envío el hambre para acabar con los animales y la gente. (Ezequiel 14, 13)

  • El castigo está decidido -palabra de Yavé. (Ezequiel 21, 18)

  • Ha llegado para ti el tiempo del castigo definitivo, príncipe de Israel, criminal infame. (Ezequiel 21, 30)

  • La desnudaron, tomaron a sus hijos e hijas y los mataron a espada; se hizo famosa entre las mujeres debido al castigo que se le infligió. (Ezequiel 23, 10)

  • Has llevado a efecto una sentencia justa al traer el mal sobre nosotros y sobre Jerusalén, la Ciudad Santa de nuestros padres. Has obrado conforme a la verdad y la justicia, para castigo de nuestros pecados (Daniel 3, 28)

  • Samaria recibirá su castigo por haberse rebelado contra Yavé: sus habitantes serán acuchillados, sus niños serán pisoteados y les abrirán el vientre a sus mujeres embarazadas. (Oseas 14, 1)

  • Al ver Dios lo que hacían y cómo se habían arrepentido de su mala conducta, se arrepintió él también y no los castigó como los había amenazado. (Jonás 3, 10)

  • Su bondad es la del cardo, su honradez peor que una hilera de espinos. ¡Pobres de ellos! Ahora viene el juicio, el día de su castigo, y ahora no saben qué hacer. (Miqueas 7, 4)

  • En cambio, éste es el castigo que Yavé dará a todos los pueblos que hayan atacado a Jerusalén: se les pudrirá su carne mientras aún se mantienen de pie; sus ojos se descompondrán dentro de sus órbitas y su lengua se echará a perder en su misma boca. (Zacarías 14, 12)


“Jesus está com você, e o Cireneu não deixa de ajudar-te a subir o Calvário.” São Padre Pio de Pietrelcina