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  • En ese entonces había gigantes sobre la tierra, y también los hubo después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y tuvieron hijos de ellas. Estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos.El diluvio (Génesis 6, 4)

  • Por mi parte voy a mandar el diluvio, o sea, las aguas sobre la tierra, para acabar con todo ser que tiene aliento y vida bajo el cielo; todo cuanto existe en la tierra perecerá. (Génesis 6, 17)

  • Del mismo modo, de las aves del cielo tomarás siete parejas, cada macho con su hembra, con el fin de que se conserven las especies sobre la tierra. (Génesis 7, 3)

  • Porque dentro de siete días, haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y exterminaré a todos los seres que creé.» (Génesis 7, 4)

  • Y luego, a los siete días, comenzaron a caer sobre la tierra las aguas del diluvio. (Génesis 7, 10)

  • Estuvo lloviendo sobre la tierra por cuarenta días y cuarenta noches. (Génesis 7, 12)

  • El diluvio cayó durante cuarenta días sobre la tierra. Crecieron, pues, las aguas y elevaron el arca muy alto sobre la tierra. (Génesis 7, 17)

  • Las aguas subieron y crecieron enormemente sobre la tierra, y el arca flotaba sobre las aguas. (Génesis 7, 18)

  • Subió el nivel de las aguas, y crecieron más y más sobre la tierra, y quedaron cubiertos los montes más altos que hay bajo el cielo. (Génesis 7, 19)

  • Todo ser mortal que se mueve sobre la tierra pereció: aves, bestias, animales, todo lo que tiene vida y se mueve sobre la tierra - y toda la humanidad. (Génesis 7, 21)

  • Todo ser vivo que existía sobre la tierra murió. (Génesis 7, 22)

  • Así perecieron todos los vivientes que había sobre la tierra, desde el hombre hasta los animales, los reptiles y las aves del cielo. Todos fueron borrados de la superficie de la tierra. Sólo sobrevivieron Noé y los que estaban con él en el arca. (Génesis 7, 23)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina