8. A la madrugada del día siguiente, Abimélec llamó a todos sus servidores y les contó lo que había sucedido. Y ellos sintieron un gran temor.





“Sejam como pequenas abelhas espirituais, que levam para sua colméia apenas mel e cera. Que, por meio de sua conversa, sua casa seja repleta de docilidade, paz, concórdia, humildade e piedade!” São Padre Pio de Pietrelcina