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En esta hora ya no tenemos rey, ni profeta, ni jefe; no podemos ofrecerte víctimas, sacrificios, ofrendas ni incienso. No tenemos un lugar en que presentarte las primicias de nuestras cosechas y así conseguir tu favor (Daniel 3, 38)
A la hora de la ofrenda de la tarde estaba todavía hablando; confesaba mis pecados y los de Israel, mi pueblo, y suplicaba a Javé, mi Dios, que defendiera su Santo Monte (Daniel 9, 20)
Entre los entendidos, algunos caerán, y esto será para acrisolar, purificar y blanquear a los demás, hasta el tiempo fijado, que llegará a su hora (Daniel 11, 35)
Un día, después de decirse mutuamente: «Vamos a casa, porque es hora de comer», salieron y se fueron cada uno por su lado. (Daniel 13, 13)
que cuando llegue su hora, Efraím será destruido. (Oseas 5, 9)
Ha llegado la hora de rendir cuentas; ha llegado la hora del desquite: ¡que todo Israel lo sepa! Los profetas serán como locos y los inspirados ya no sabrán qué decir, pues, así como fue grande tu pecado, enorme será tu desastre. (Oseas 9, 7)
Déjenlos crecer juntos hasta la hora de la cosecha. Entonces diré a los segadores: Corten primero las malas hierbas, hagan fardos y arrójenlos al fuego. Después cosechen el trigo y guárdenlo en mis bodegas.» (Evangelio según San Mateo 13, 30)
Cuando ya caía la tarde, sus discípulos se le acercaron, diciendo: «Estamos en un lugar despoblado, y ya ha pasado la hora. Despide a esta gente para que se vayan a las aldeas y se compren algo de comer.» (Evangelio según San Mateo 14, 15)
Ya era la última hora del día, la undécima, cuando salió otra vez y vio a otros que estaban allí parados. Les preguntó: «¿Por qué se han quedado todo el día sin hacer nada?» (Evangelio según San Mateo 20, 6)
Vinieron los que habían ido a trabajar a última hora, y cada uno recibió un denario (una moneda de plata). (Evangelio según San Mateo 20, 9)
Decían: «Estos últimos apenas trabajaron una hora, y los consideras igual que a nosotros, que hemos aguantado el día entero y soportado lo más pesado del calor.» (Evangelio según San Mateo 20, 12)
Fíjense en esto: si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche lo va a asaltar un ladrón, seguramente permanecería despierto para impedir el asalto a su casa. (Evangelio según San Mateo 24, 43)