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Entonces Yavé recomendó a Josué: «No los temas. Mañana a esta misma hora te los entregaré para que me los sacrifiques. Cortarás los jarretes de sus caballos y quemarás sus carros de guerra.» (Josué 11, 6)
A la hora del almuerzo, Booz la invitó a acercarse y a que comiera un pedazo de pan empapándolo en salsa. (Rut 2, 14)
«Mañana, a esta misma hora, te enviaré un hombre de la tierra de Benjamín. Lo ungirás como jefe de mi pueblo, Israel, y él lo librará de la mano de los filisteos, porque he visto la aflicción de mi pueblo y su clamor ha llegado a mí.» (1 Samuel 9, 16)
Jonatán dijo a David: «Te prometo por Yavé, Dios de Israel, que mañana, a la misma hora, trataré de saber lo que piensa mi padre. Si es algo bueno para ti y no te envío a alguien con la noticia, que Yavé me trate no sólo así, sino peor aún. (1 Samuel 20, 12)
Los hijos de Rimón de Beerot, Recab y Baamá, se pusieron en camino y en la hora de más calor del día llegaron a casa de Isbaal, que estaba durmiendo la siesta. (2 Samuel 4, 5)
Pasado el mediodía cayeron en trance hasta la hora en que se ofrecen los sacrificios de la tarde, pero no se escuchó a nadie que les diera una respuesta o una señal de aceptación. (1 Reyes 18, 29)
A la hora en que se hacen los sacrificios, la tarde, se acercó el profeta Elías y oró así: «Yavé, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu servidor y que por orden tuya he hecho todas estas cosas. (1 Reyes 18, 36)
Y Jezabel mandó a decir a Elías: «Que yo muera si mañana a esta hora no te trato como has tratado a los profetas de Baal.» (1 Reyes 19, 2)
mañana, a esta hora, te enviaré a algunos de mis servidores, que registrarán tu casa y las casas de tus servidores, tomando todo lo que les guste para llevárselo.» (1 Reyes 20, 6)
Por la mañana, a la hora en que se ofrece el sacrificio, el agua vino del camino de Edom y todo el campo se empapó de agua. (2 Reyes 3, 20)
Eliseo contestó: «Escuchen esta palabra de Yavé: Mañana a esta hora, en la entrada de Samaria, la medida de flor de harina se comprará por una moneda de plata, y la doble medida de cebada por una moneda de plata también.» (2 Reyes 7, 1)
Aquella misma noche, salió el Angel de Yavé y mató en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil soldados; a la hora de despertar, sólo se veían cadáveres. (2 Reyes 19, 35)