13. David siguió con sus hombres por el camino, mientras Simei iba por la ladera de la montaña, al costado de él; y a medida que avanzaba, profería maldiciones, arrojaba piedras y levantaba polvo.





“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina