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  • Luego Esaú alzó los ojos, y al ver a las mujeres y a los niños preguntó: "¿Quiénes son esos que traes contigo?". Jacob respondió: "Son los hijos que Dios ha dado a tu siervo". (Génesis 33, 5)

  • Se acercaron las esclavas con sus hijos y se postraron en tierra; (Génesis 33, 6)

  • Jacob le respondió: "Mi señor sabe que los niños son de tierna edad y que yo tengo que ocuparme de las ovejas y las vacas paridas; si las fuerzo a caminar, en un solo día morirá todo el rebaño. (Génesis 33, 13)

  • Vaya, pues, mi señor delante de su siervo y yo iré poco a poco, al paso de las ovejas que van delante de mí y al paso de los niños, hasta alcanzar a mi señor en Seír". (Génesis 33, 14)

  • Dina, la hija que Lía dio a Jacob, salió a ver a las mujeres del país. (Génesis 34, 1)

  • emparentad con nosotros, dadnos vuestras hijas y tomad vosotros las nuestras; (Génesis 34, 9)

  • Sólo entonces os daremos nuestras hijas y tomaremos para nosotros las vuestras; viviremos con vosotros y formaremos un solo pueblo. (Génesis 34, 16)

  • "Estos hombres son gente de paz; que se queden a vivir con nosotros en el país y que se muevan en él con plena libertad, pues hay por todas partes espacio suficiente para ellos. Nosotros tomaremos a sus hijas por mujeres y a ellos les daremos las nuestras. (Génesis 34, 21)

  • Todos los que pasaban por las puertas de su ciudad escucharon a Jamor y a su hijo Siquén, y todos los varones fueron circuncidados. (Génesis 34, 24)

  • se llevaron prisioneros a todos los niños y a las mujeres y saquearon lo que había en las casas. (Génesis 34, 29)

  • Ellos dieron a Jacob todos los dioses extranjeros que poseían y los anillos que llevaban en las orejas, y Jacob los enterró bajo la encina que hay cerca de Siquén. (Génesis 35, 4)

  • Levantaron el campamento, y un terror divino cayó sobre las ciudades de los alrededores, por lo que nadie persiguió a los hijos de Jacob. (Génesis 35, 5)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina