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  • y, por tanto, los cristianos que han muerto están perdidos. (I Corintios 15, 18)

  • pues conozco vuestra buena voluntad, de la que me siento orgulloso ante los macedonios. Les he dicho que los de Acaya están dispuestos desde el año pasado, y esta buena disposición vuestra ha sido un estímulo para la mayoría. (II Corintios 9, 2)

  • y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia. (Gálatas 1, 2)

  • Pero los que se atienen al cumplimiento de la ley están bajo maldición, como dice la Escritura: Maldito sea el que no cumple todo lo que está escrito en la ley. (Gálatas 3, 10)

  • ¿Dónde están ahora aquellos entusiasmos vuestros por mí? Doy fe de que, si hubiera sido posible, hasta os hubierais arrancado los ojos para dármelos a mí. (Gálatas 4, 15)

  • Estas cosas están dichas en sentido alegórico, pues estas mujeres representan dos alianzas; una, la del monte Sinaí, que engendra esclavos, y está representada en Agar. (Gálatas 4, 24)

  • Porque la carne lucha contra el espíritu, y el espíritu contra la carne; pues estas cosas están una frente a la otra para que no hagáis lo que queréis. (Gálatas 5, 17)

  • ni palabras torpes, groserías o bajezas, cosas que no están bien; por el contrario, alabad a Dios. (Efesios 5, 4)

  • Y a ti, leal compañero, te ruego que prestes tu ayuda a éstas, que han trabajado mucho en el evangelio conmigo y con Clemente y demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida. (Filipenses 4, 3)

  • Saludad a todos los que creen en Cristo Jesús. Os saludan los hermanos que están conmigo. (Filipenses 4, 21)

  • y de todas las seducciones propias de la maldad para aquellos que están abocados a la perdición por no haber aceptado el amor de la verdad que los habría salvado. (II Tesalonicenses 2, 10)

  • Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males. Algunos, arrastrados por ese amor al dinero, se han apartado de la fe y están atormentados por muchos remordimientos. (I Timoteo 6, 10)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina