Gefunden 136 Ergebnisse für: Venir

  • Estoy tan fuerte hoy como el día en que me confió Moisés esta misión; tengo el mismo vigor que entonces para luchar, para ir y venir. (Josué 14, 11)

  • La madre de Sísara se asoma a la ventana, mira por entre las celosías. ¿Por qué tarda en venir su carro? ¿Por qué son tan lentas sus cuadrigas? (Jueces 5, 28)

  • Envió mensajeros a todo Manasés, que también le siguió; también envió mensajeros a Aser, a Zabulón y a Neftalí, que se pusieron en marcha para venir a su encuentro. (Jueces 6, 35)

  • La vid les respondió: ¿Voy a renunciar a mi mosto, alegría de Dios y de los hombres, para venir a balancearme sobre los árboles? (Jueces 9, 13)

  • el primero que salga de la puerta de mi casa para venir a mi encuentro cuando vuelva vencedor de los amonitas le ofreceré en holocausto al Señor". (Jueces 11, 31)

  • Cuando los de Gaza supieron que Sansón estaba allí, la cercaron y estuvieron todo el día en acecho a las puertas de la ciudad. Por la noche se fueron tranquilos a sus casas diciendo: "Al venir el día lo mataremos". (Jueces 16, 2)

  • Noemí insistía: "Volveos, hijas mías; ¿por qué queréis venir conmigo? Yo ya no podré tener más hijos que puedan ser vuestros maridos. (Rut 1, 11)

  • Booz le respondió: "Me han contado lo que has hecho por tu suegra después de la muerte de tu marido: que has dejado a tu padre, a tu madre, a tu patria, para venir a un pueblo desconocido para ti. (Rut 2, 11)

  • Aquel día haré venir sobre Elí todo lo que he dicho contra su casa, desde el principio hasta el fin. (I Samuel 3, 12)

  • Y le dijo: "¿Te has creído que soy un perro, para venir contra mí con un cayado?". Luego maldijo a David por sus dioses, (I Samuel 17, 43)

  • Doeg, el edomita, que estaba presente entre los servidores de Saúl, dijo: "Yo vi al hijo de Jesé venir a Nob, a casa de Ajimélec, hijo de Ajitob. (I Samuel 22, 9)

  • Y dijo: "Señor, Dios de Israel, tu siervo ha oído decir que Saúl se dispone a venir a Queilá para destruir la ciudad por causa mía. (I Samuel 23, 10)


“A prática das bem-aventuranças não requer atos de heroísmo, mas a aceitação simples e humilde das várias provações pelas quais a pessoa passa.” São Padre Pio de Pietrelcina