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Así habla el Señor: Observen el derecho y practiquen la justicia, porque muy pronto llegará mi salvación y ya está por revelarse mi justicia. (Isaías 56, 1)
A los sacerdotes y a todo el pueblo, les hablé en estos términos: Así habla el Señor: No escuchen las palabras de los profetas que les profetizan diciendo: "Los objetos de la Casa del Señor serán traídos ahora de Babilonia, y muy pronto". Porque es mentira lo que ellos profetizan para ustedes. (Jeremías 27, 16)
De pronto me desperté y abrí los ojos, y mi sueño había sido agradable. (Jeremías 31, 26)
De pronto, Ismael, hijo de Natanías, se levantó con los diez hombres que lo acompañaban, e hirieron con la espada a Godolías, hijo de Ajicám, hijo de Safán: así hicieron morir a quien el rey de Babilonia había designado gobernador del país. (Jeremías 41, 2)
De pronto cayó Babilonia y se quebró. -¡Giman por ella! Traigan bálsamo para su dolor, a ver si se cura. (Jeremías 51, 8)
Porque yo espero que el Eterno les dará la salvación, y el Santo me ha llenado de alegría por la misericordia que pronto les llegará del Eterno, su Salvador. (Baruc 4, 22)
Así como ahora las ciudades vecinas de Sión están viendo el cautiverio de ustedes, así verán pronto la salvación que les llegará de Dios, con la gran gloria y el esplendor del Eterno. (Baruc 4, 24)
Hijos, soporten con paciencia la ira que les ha sobrevenido de parte de Dios. Tu enemigo te ha perseguido, pero pronto verás su ruina y pondrás tu pie sobre su cuello. (Baruc 4, 25)
Tú estabas mirando, y de pronto se desprendió una piedra, sin que interviniera ninguna mano: ella golpeó la estatua sobre sus pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó. (Daniel 2, 34)
De pronto, aparecieron unos dedos de mano humana, que escribían sobre el estuco del muro del palacio real, frente al candelabro, y el rey veía el extremo de esa mano que escribía. (Daniel 5, 5)
De pronto, una mano me tocó y me hizo poner, temblando, sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. (Daniel 10, 10)
De pronto, una figura como la de un hijo de hombre tocó mis labios. Yo abrí mi boca y me puse a hablar, y dije al que estaba de pie frente a mí: "Mi Señor, ante esta aparición, yo me estremecí de dolor y no pude sobreponerme. (Daniel 10, 16)