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¡Cuál no será mi furor, dice Yavé, al ver tu mala conducta de prostituta insolente! (Ezequiel 16, 30)
Del mismo modo, si el malvado se aparta de la mala vida que llevaba y actúa según el derecho y la justicia, vivirá. (Ezequiel 18, 27)
así pondré fin a tu mala conducta y a tus prostituciones iniciadas en Egipto. Ya no los mirarás más ni pensarás más en Egipto. (Ezequiel 23, 27)
En tu odio te maltratarán, se apoderarán de todo el fruto de tu trabajo y te dejarán desnuda y sin nada; no te quedará más que la vergüenza por tus prostituciones, desvaríos y mala conducta. (Ezequiel 23, 29)
Cuando diga al malo: "¡Malo, vas a morir!", si no le hablas, si no haces que se preocupe por su mala conducta, el malo morirá debido a su pecado, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. (Ezequiel 33, 8)
Al contrario, si le has llamado la atención al malo por su mala conducta y no se aparta de ella, si no deja su mala conducta, morirá debido a su pecado y tú nada tendrás que temer. (Ezequiel 33, 9)
Les responderás: "Tan cierto como que soy vivo -palabra de Yavé- que no deseo la muerte del malvado sino que renuncie a su mala conducta y viva. Dejen, dejen el camino que han tomado: ¿para qué morir, casa de Israel?" (Ezequiel 33, 11)
Esto dice Yavé: Si el príncipe hace un regalo a uno de sus hijos, ese regalo será parte de la herencia de sus hijos, será su propiedad de generación en generación. (Ezequiel 46, 16)
Le devolveré sus viñas, convertiré el valle de la Mala Suerte en un lugar de esperanzas. Y allí ella me responderá como cuando era joven, como en los días en que subió de Egipto. (Oseas 2, 17)
Dejen que hablen, y que juren en falso, y que celebren convenios, pues su sentencia está lista para florecer, como hace la hierba mala entre los surcos de los sembrados. (Oseas 10, 4)
Pero Judá será habitado para siempre, y Jerusalén, de generación en generación. No me quedaré indiferente sino que vengaré la sangre, pues sepan queYavé habita en Sión.» (Joel 4, 20)
Que se vistan de saco y clamen a Dios insistentemente. Que cada uno se corrija de su mala conducta y de sus malas obras. (Jonás 3, 8)