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  • y envidias; borracheras, orgías y cosas semejantes. Les he dicho, y se lo repito: los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. (Carta a los Gálatas 5, 21)

  • No se engañen, nadie se burla de Dios: al final cada uno cosechará lo que ha sembrado. El que siembra en la carne, y en la propia, cosechará de la carne corrupción y muerte. (Carta a los Gálatas 6, 7)

  • tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, (Carta a los Filipenses 2, 7)

  • Quiero conocerlo; quiero probar el poder de su resurrección y tener parte en sus sufrimientos; y siendo semejante a él en su muerte, (Carta a los Filipenses 3, 10)

  • Pues él cambiará nuestro cuerpo miserable, usando esa fuerza con la que puede someter a sí el universo, y lo hará semejante a su propio cuerpo del que irradia su gloria. (Carta a los Filipenses 3, 21)

  • Por eso tuvo que hacerse semejante en todo a sus hermanos, y llegó a ser el sumo sacerdote lleno de comprensión, pero también fiel en el servicio de Dios, que les consigue el perdón,. (Carta a los Hebreos 2, 17)

  • Y en otro lugar se dijo: Tú eres sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec. (Carta a los Hebreos 5, 6)

  • conforme a la misión que recibió de Dios: sacerdote a semejanza de Melquisedec. (Carta a los Hebreos 5, 10)

  • Allí entró Jesús para abrirnos el camino, hecho sumo sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec. (Carta a los Hebreos 6, 20)

  • Así, pues, si bien el sacerdocio de los levitas es el fundamento de las instituciones de Israel, no son capaces de llevar al pueblo a la religión perfecta. Si no, ¿qué necesidad habría de otro sacerdocio, no a semejanza de Aarón, sino a semejanza de Melquisedec? (Carta a los Hebreos 7, 11)

  • Todo esto se hace más claro si el sacerdote a semejanza de Melquisedec recibe su cargo (Carta a los Hebreos 7, 15)

  • Pues la Escritura dice: Tú eres sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec. (Carta a los Hebreos 7, 17)


“Jesus está com você, e o Cireneu não deixa de ajudar-te a subir o Calvário.” São Padre Pio de Pietrelcina