Encontrados 499 resultados para: tiempo del fin

  • ¿Y qué más diré? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, lo mismo que de Samuel y los profetas, (Hebreos 11, 32)

  • Nuestros padres nos educaron lo mejor que pudieron para un tiempo limitado, mientras que Dios lo hace para nuestro verdadero provecho, para comunicarnos su propia santidad. (Hebreos 12, 10)

  • Como hijos obedientes no viváis conforme a las pasiones que os tenían esclavizados en otro tiempo cuando caminabais en la ignorancia; (I Pedro 1, 14)

  • los que en un tiempo no erais pueblo de Dios, ahora habéis venido a ser pueblo suyo; habéis conseguido misericordia los que en otro tiempo estabais excluidos de ella. (I Pedro 2, 10)

  • Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que tenían su esperanza puesta en Dios y obedecían a sus maridos; (I Pedro 3, 5)

  • los cuales se habían mostrado reacios a la fe en otro tiempo en los días de Noé cuando Dios esperaba con paciencia mientras se construía el arca en la cual unos pocos ocho personas se salvaron del agua; (I Pedro 3, 20)

  • Ya es suficiente que hayáis empleado el tiempo pasado en vivir a lo pagano, en groserías, liviandades, desenfrenos, orgías borracheras y nefandas idolatrías. (I Pedro 4, 3)

  • Pues ha llegado el tiempo de comenzar el juicio de Dios por el pueblo de Dios. Y si el juicio empieza por nosotros, ¿cuál será el fin que aguarda a los que se han mostrado rebeldes al evangelio de Dios?. (I Pedro 4, 17)

  • Humillaos, pues bajo la poderosa mano de Dios, para que os ensalce a su debido tiempo. (I Pedro 5, 6)

  • Pero me esforzaré para que en todo tiempo, después de mi partida, podáis tener presentes estas cosas. (II Pedro 1, 15)

  • Llevados de la avaricia, os explotarán con palabras llenas de falsedad; hace mucho tiempo que la condenación los amenaza y su ruina no duerme. (II Pedro 2, 3)

  • Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y observen su contenido, porque el tiempo está cerca. (Apocalipsis 1, 3)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina