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hasta el punto de que nos sentimos orgullosos de vosotros en medio del pueblo de Dios por la fortaleza y por la fe con que soportáis los sufrimientos y las persecuciones. (II Tesalonicenses 1, 4)
Pero el Señor sí es de fiar; él os fortalecerá y os defenderá del maligno. (II Tesalonicenses 3, 3)
Pues bien, a estos tales exhortamos y amonestamos en nombre de Jesucristo, el Señor, a trabajar en paz y a ganarse el pan que comen. (II Tesalonicenses 3, 12)
Doy gracias a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me ha fortalecido y me ha juzgado digno de confianza llamándome a su servicio (I Timoteo 1, 12)
Al rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. (I Timoteo 1, 17)
Es necesario que el obispo sea intachable, casado una sola vez, sobrio, prudente, de porte educado, hospitalario, capaz de enseñar; (I Timoteo 3, 2)
No reprendas con dureza al anciano, sino más bien exhórtalo como a un padre; a los jóvenes, como a hermanos; (I Timoteo 5, 1)
y estar acreditada por sus buenas obras, tales como haber educado bien a sus hijos, haber ejercitado la hospitalidad, haber lavado los pies a los creyentes, haber socorrido a los atribulados, haber practicado toda clase de obra buena. (I Timoteo 5, 10)
el único que posee la inmortalidad, que habita una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. A él, honor y poder eterno. Amén. (I Timoteo 6, 16)
Así reunirán un capital sólido para el futuro, con el que conseguirán la verdadera vida. (I Timoteo 6, 19)
Pues el Señor no nos ha dado espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de prudencia. (II Timoteo 1, 7)
y que ahora se ha manifestado con la aparición de nuestro Señor, Cristo Jesús, que destruyó la muerte y ha hecho brillar la vida y la inmortalidad por el evangelio, (II Timoteo 1, 10)
