Encontrados 1289 resultados para: tal

  • Cuando esto corruptible se vista de incorruptibilidad y esto mortal de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que dice la Escritura: La muerte ha sido destruida por la victoria. (I Corintios 15, 54)

  • Tal vez me detenga con vosotros, y hasta quizá pase el invierno para que me ayudéis a proseguir el viaje. (I Corintios 16, 6)

  • Él es quien nos libró de aquel peligro mortal y nos seguirá librando. Esperamos que lo siga haciendo en adelante (II Corintios 1, 10)

  • para éstos, olor de muerte que mata; para aquéllos, olor de vida que da vida. ¿Y quién está a la altura de tal misión? (II Corintios 2, 16)

  • Tal es la confianza que, gracias a Cristo, tenemos ante Dios. (II Corintios 3, 4)

  • Teniendo tal esperanza, procedamos con entera libertad; (II Corintios 3, 12)

  • Pero sus entendimientos se embotaron, y aquel velo permanece de tal modo que les impide comprender el Antiguo Testamento, y no se dan cuenta de que Cristo ha descorrido ya el velo. (II Corintios 3, 14)

  • Porque, viviendo, estamos siempre expuestos a la muerte por causa de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste también en nuestra carne mortal. (II Corintios 4, 11)

  • Mientras estamos en esta tienda gemimos oprimidos, ya que no queremos ser desnudados, sino ser revestidos, para que la mortalidad sea absorbida por la vida. (II Corintios 5, 4)

  • pues todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba lo que mereció durante su vida mortal, conforme a lo que hizo, bueno o malo. (II Corintios 5, 10)

  • Considerad lo que esa tristeza querida por Dios ha producido en vosotros: qué solicitud, qué disculpas, qué indignación, qué temor, qué deseos, qué emulación, qué escarmiento. Demostrasteis ser totalmente inocentes en este asunto. (II Corintios 7, 11)

  • las armas con que lucho no son humanas, sino divinas; capaces de destruir fortalezas, de deshacer las acusaciones (II Corintios 10, 4)


“Todas as pessoas que escolhem a melhor parte (viver em Cristo) devem passar pelas dores de Cristo; algumas mais, algumas menos…” São Padre Pio de Pietrelcina