Encontrados 110 resultados para: soldados romanos

  • Después de esto, Simón envió a Numenio a Roma con un gran escudo de oro que pesaba cuatrocientos cuarenta kilos de oro, para renovar el pacto con los romanos. (I Macabeos 14, 24)

  • Destacó en ella soldados judíos, la fortificó para seguridad de la nación y de la ciudad y levantó las murallas de Jerusalén. (I Macabeos 14, 37)

  • pues sabía que los romanos llamaban a los judíos amigos, aliados y hermanos, y habían recibido con honores a los emisarios de Simón; (I Macabeos 14, 40)

  • Antíoco acampó junto a Dora con ciento veinte mil soldados de infantería y ocho mil de caballería. (I Macabeos 15, 13)

  • "Lucio, cónsul de los romanos, al rey Tolomeo, salud. (I Macabeos 15, 16)

  • Quitó los estatutos benévolos del rey, hechos por Juan, padre de Eupolemo, el embajador que hizo el tratado de amistad con los romanos. Abolió las leyes antiguas, y puso nuevos estatutos ilegales. (II Macabeos 4, 11)

  • mandó a sus soldados que mataran sin compasión a cuantos encontraran y a cuantos se refugiaran en las terrazas de las casas. (II Macabeos 5, 12)

  • No contento con esto, Antíoco envió al misarca Apolonio con un ejército de veintidós mil soldados, con orden de degollar a todos los de edad adulta y de vender las mujeres y los niños. (II Macabeos 5, 24)

  • y matar a todos los que fueron a presenciar el espectáculo. Los soldados recorrieron las calles y mataron una gran muchedumbre. (II Macabeos 5, 26)

  • Tolomeo designó a Nicanor, hijo de Patroclo, de los primeros amigos del rey; puso a sus órdenes más de veinte mil soldados de diversas naciones y le dio la orden de exterminar a toda la raza judía. Puso a su lado a Gorgias, caudillo militar que tenía experiencia en los asuntos de guerra. (II Macabeos 8, 9)

  • Nicanor se proponía obtener sesenta y ocho mil kilos de plata con la venta de esclavos judíos, para pagar el tributo debido por el rey a los romanos. (II Macabeos 8, 10)

  • Y el que se había propuesto pagar el tributo debido a los romanos con la venta de los que estaban en Jerusalén, afirmaba ahora que los judíos eran invencibles e invulnerables, pues tenían a Dios que luchaba por ellos, y cumplían las leyes impuestas por aquél. (II Macabeos 8, 36)


“É preciso amar, amar e nada mais”. São Padre Pio de Pietrelcina