Encontrados 82 resultados para: sentado

  • Aquel día Amán salió satisfecho y gozoso, pero cuando vio a Mardoqueo sentado delante de la puerta real y que ni siquiera se había levantado ni movido en su presencia, se enfureció contra él. (Ester 5, 9)

  • Pero nada me importa todo esto, mientras vea al judío Mardoqueo sentado a la puerta real". (Ester 5, 13)

  • "Toma en seguida las vestiduras y el caballo haz lo que has dicho con el judío Mardoqueo, que está sentado en la puerta real. No omitas nada de lo que has dicho". (Ester 6, 10)

  • Pasadas todas las puertas, se encontró ante el rey. Estaba sentado en su trono, revestido de todos los ornamentos solemnes, resplandeciente de oro y pedrerías. Su aspecto era imponente. (Ester 15, 9)

  • tú has defendido mi derecho y me has hecho justicia, sentado en el tribunal, como juez justo. (Salmos 9, 5)

  • Un rey sentado sobre el trono del juicio disipa con su mirada todo mal. (Proverbios 20, 8)

  • E igual el herrero sentado junto al yunque, que examina el hierro bruto; el ardor del fuego enrojece su carne, y en el calor de la fragua se revuelve. El ruido del martillo ensordece sus oídos, y sus ojos están fijos en el modelo. Pone toda su atención en acabar bien su obra y su desvelo en adornarla perfectamente. (Eclesiástico 38, 28)

  • Lo mismo el alfarero sentado a su faena; con sus pies hace girar la rueda, preocupado sin cesar de su obra y de finalizar la tarea fijada. (Eclesiástico 38, 29)

  • El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en su trono elevado y excelso: la orla de su vestido llenaba el templo. (Isaías 6, 1)

  • El rey estaba sentado en su estancia de invierno -era el mes noveno- y un brasero ardía ante él. (Jeremías 36, 22)

  • El día séptimo vino el rey a llorar a Daniel; se acercó al foso, miró y vio que Daniel estaba allí sentado. (Daniel 14, 40)

  • Al salir de allí, Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado en la oficina de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió. (Mateo 9, 9)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina