Encontrados 43 resultados para: salía

  • ¿Quién encerró con doble puerta el mar, cuando salía borbotando del seno, (Job 38, 8)

  • Jerusalén estaba despoblada como un desierto. Ninguno de sus hijos entraba o salía. El templo estaba profanado, extranjeros habitaban en la ciudadela, convertida en morada de gentiles. La alegría de Jacob ya no existía, ni la flauta ni la cítara se oían. (I Macabeos 3, 45)

  • La gente salía de todas las aldeas de Judea y cercaba a los fugitivos, obligándolos a volverse unos contra otros. Así cayeron todos a espada, sin quedar ni uno solo. (I Macabeos 7, 46)

  • Muy de mañana avanzaban por la llanura, cuando vieron que un ejército numeroso de infantería y de caballería les salía al encuentro. Sólo un torrente los separaba. (I Macabeos 16, 5)

  • Cuando la vasija que hacía le salía mal, como suele ocurrir con la arcilla en manos del alfarero, volvía a hacer otra vasija a su gusto. (Jeremías 18, 4)

  • Un río de fuego manaba y salía delante de él. Miles de millares le servían, millones y millones estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y los libros se abrieron. (Daniel 7, 10)

  • Los dos ancianos la veían todos los días cuando salía a pasear, y empezaron a desearla; (Daniel 13, 8)

  • Porque esto dice el Señor, Dios: El pueblo que salía a la guerra con mil se quedará con cien; y el que salía con cien se quedará con diez. (Amós 5, 3)

  • En el momento en que salía del agua, vio los cielos abiertos y al Espíritu Santo como una paloma bajando sobre él, (Marcos 1, 10)

  • Toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que curaba a todos. (Lucas 6, 19)

  • Por el día enseñaba en el templo y las noches salía a pasarlas en el monte de los Olivos. (Lucas 21, 37)

  • en su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda de dos filos; su cara era como el sol que brilla en todo su esplendor. (Apocalipsis 1, 16)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina